"La Jornada Mundial de la Vida
Consagrada, que venimos celebrando en la
Iglesia cada 2 de Febrero -en la festividad de la Presentación del Señor en el
Templo- desde que fue instaurada por S. Juan Pablo II en 1997, tiene en
esta ocasión un brillo especial al situarse en el marco del Año de la Vida Consagrada convocado
por el santo padre Francisco y coincidir, además, con el Año Jubilar
Teresiano; es un precioso regalo para la Iglesia, a la vez que una
gran oportunidad de evangelización". Con estas palabras comenzaba su
mensaje el Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida
Consagrada, Mons. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza.
Creo que nuestra oración en este día
será fácil y gozosa, sobre todo para aquellos, que por
la Misericordia de Dios, hemos sido llamados a la vida consagrada, de una
manera o de otra...
La festividad de la Presentación del
Señor, tiene todavía para nosotros como
un eco de las pasadas Navidades... Recuerdo las ideas que utilicé en la homilía
del 24 de Diciembre, y que me gustaría resaltar en estos puntos. Compartía con
quienes me escucharon, que Dios se revela, en la persona de Jesucristo, a tres
grupos de personas: El 1º Grupo lo componen: Los sencillos,
los pequeños, los humildes, en una palabra los pastores... El 2º Grupo
lo constituyen: Los que buscan a Dios con rectitud y pureza de
intención, los magos... Y el 3º Grupo aparece en el evangelio de este
día: Son los que esperan a Cristo con una vida de fidelidad en la
piedad, Simeón y Ana...
Os invito a poner los ojos en estos dos
personajes y captar el mensaje que nos dan a
través de sus palabras y de sus actitudes...
Simeón: Hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel. El
Espíritu Santo moraba en él, se le revelaba y lo impulsaba.
Ana: Mujer
anciana, casada y viuda, no se apartaba del Templo, servía a Dios con ayunos y
oraciones. Daba gracias a Dios y profetizaba sobre el Niño.
Creo que merece la pena, que mientras
contemplamos a la Sagrada Familia, nos
fijemos en estas dos vidas, y reflexionemos sobre la nuestra... ¿Qué
relación tenemos con la virtud? ¿Somos hombres y mujeres con esperanza...?
¿Hasta qué punto somos conducidos por el Espíritu Santo? ¿Cómo servimos a Dios?
¿Le damos gracias...?
¡Qué fácil es reconocer a Dios cuando
vivimos en su órbita...! ¡Qué difícil cuando nos salimos de ella!
Hemos apuntado tres grupos de personas a
las que se les reveló el Misterio de la Natividad de Cristo, pero también existieron otros tres grupos de personas que se
perdieron la oportunidad de esta manifestación... Permíteme que los
resalte también, pues podemos sacar alguna lección de sus vidas
frustradas. El grupo representado por el posadero de Belén, que
representa a aquellos que solo están preocupados por tener... Luego
está el grupo encabezado por el rey Herodes, obsesionados por salvar su
poder y su dominio…; y no podían falta el grupo de los intelectuales de
su tiempo, escribas y fariseos, capaces de conocer el lugar del
nacimiento, pero incapaces de visitarlo... Y es que Dios no se revela a
aquellos que están dominados por el deseo de tener, el deseo de poder, o el
deseo de saber, pues no hay espacio para nacer en un corazón así...
Magnífica oportunidad, la que nos da la
fiesta de este día, para que a su luz, podamos
iluminar nuestras vidas con la candela de las virtudes. Que así sea.