8 febrero 2015. Domingo de la quinta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

*Primera lectura: Job se encuentra cercado por la incomprensión de sus amigos. Estos dan una lectura fácil de su sufrimiento: debe tener su causa en alguna falta de Job. No saben descubrir el drama interior del amigo: el choque entre la conciencia de inocencia y el hecho de los sufrimientos. Esta actitud de los amigos exige una respuesta de Job, que forma parte del texto de esta lectura.
"El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio...": La vida del hombre se contempla bajo el punto de vista de unas condiciones de sometimiento y de combate. La lucha con la tierra esperando el momento de sentarse a la sombra o aguardando el anochecer para cobrar el salario. Sería como una especie de esclavitud. Una visión de la vida cerrada a cualquier perspectiva más allá de la muerte, que tiene un gran parecido con las afirmaciones de Eclesiastés (Qohelet): "¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?" (2, 22). Job se ve a sí mismo en esta situación extrema, pues incluso los pequeños consuelos de la sombra o del salario le son negados: "me asignan noches de fatiga". El sufrimiento es un trabajo sin descanso ni retribución. Sería el absurdo, el sin-sentido de la existencia.
"¿Cuándo le levantaré?": Desde el fondo de su propia noche, Job se interroga sobre la irrupción del día y de la luz. ¿No podemos descubrir ya aquí un reflejo de la confianza esperanzada en el Dios que salva?
El mensaje aparentemente pesimista de esta lectura encuentra su contrapunto en el Evangelio: Jesucristo que penetra en el interior de la noche del sufrimiento de los hombres, para traer el día luminoso de la liberación.
Salmo: Con este cántico, el Salterio se hace eco del sentimiento lírico y musical de toda la  humanidad. Que la música es buena quiere decir que resulta idónea para la alabanza  divina; el medio, quizá, expresivo y comunitario. Cristo mismo -en cuyo Nacimiento cantaron  los Ángeles (Lc 2: 13)- habló de la música en varias parábolas: la de los muchachos que  tocan la flauta en la plaza (Mt ll: 17), la del hijo pródigo, en cuya fiesta hay música y danza  para manifestar la alegría (Lc 15: 20).
Este salmo -uno de los más hermosos y líricos del Salterio- supone un regalo para nuestra  oración de esta mañana que nos presenta el camino escogido por Jesús de continua  alabanza por las obras de su Padre y de fidelidad a su amor. No es de extrañar que el  Señor, evocando quizá este himno, dijera: 'Yo hago siempre lo que es grato a mi Padre' (Jn  8: 29).  La glorificación perfecta y eterna de Dios en el Cielo será el gozo pleno de los Elegidos y  como una sonrisa de toda la creación.
Segunda lecturaPablo se presenta como todos los profetas: no puede renunciar a anunciar la Palabra. Y no puede renunciar no sólo por tratarse de una elección hecha por Dios, sino también por razones relativas a los demás. Porque predicar el evangelio significa ser el servidor de todos para ganarlos en el mayor número posible; también significa hacerse todo a todos para salvar así a algunos a cualquier precio. La predicación es todo eso; consiste en definitiva en poner a los hombres en contacto con Dios, con la salvación.
Por lo tanto, predicar el evangelio no es ante todo enseñar una doctrina, enseñar algo; es enseñar a otros de tal manera, que se establezca el contacto íntimo entre los que reciben la Palabra y el Señor que la pronuncia. Para realizar eso, Pablo ha querido ser absolutamente libre y ponerse al servicio de todos. Ha querido vivir para los demás, lo cual le ha llevado a vivir con ellos haciéndose semejante a ellos en su manera de ser.
EvangelioEl relato de la curación de la suegra de Pedro es muy vivo dentro de su sencillez; parece como si se oyera la voz de los testigos oculares. Pero si queremos leer estas curaciones de Jesús con los ojos de los primeros cristianos, no hemos de ver en ellos simples prodigios, sino captar en ellos las "palabras" que anuncian el Reino y el mensaje de vida. A este propósito bastará con dos detalles muy elocuentes. El relato está dominado por la expresión "la levantó", que en el lenguaje del Nuevo Testamento evoca la resurrección de Jesús y la resurrección bautismal. La narración -segundo detalle- termina con la mención del "servicio" (en la forma griega que se utiliza para la acción continua), para expresar el seguimiento y la actitud del discípulo. A la luz de estas dos expresiones, el gesto de Jesús se convierte en un símbolo perenne: la intervención de Jesús es la que nos hace levantarnos para que emprendamos el camino del servicio.
Nosotros, sus discípulos de inicios del tercer milenio, estamos llamados a ser, de un modo especial, los signos vivientes del misterio entrañable de misericordia que guarda el Corazón de Cristo. Lo seremos en la medida que nos dejemos traspasar por esa misericordia y cada  uno de nosotros y nuestras comunidades permitamos que nos aborde la humanidad  quebrantada de nuestros días.
ORACIÓN  FINAL

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Archivo del blog