*Primera lectura: Job se encuentra cercado por la incomprensión de sus amigos. Estos
dan una lectura fácil de su sufrimiento: debe tener su causa en alguna falta de
Job. No saben descubrir el drama interior del amigo: el choque entre la
conciencia de inocencia y el hecho de los sufrimientos. Esta actitud de los
amigos exige una respuesta de Job, que forma parte del texto de esta lectura.
"El hombre está en la tierra
cumpliendo un servicio...": La vida del hombre se contempla bajo el punto
de vista de unas condiciones de sometimiento y de combate. La lucha con la
tierra esperando el momento de sentarse a la sombra o aguardando el anochecer para
cobrar el salario. Sería como una especie de esclavitud. Una visión de la vida
cerrada a cualquier perspectiva más allá de la muerte, que tiene un gran
parecido con las afirmaciones de Eclesiastés (Qohelet): "¿qué saca el
hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?"
(2, 22). Job se ve a sí mismo en esta situación extrema, pues incluso los
pequeños consuelos de la sombra o del salario le son negados: "me asignan
noches de fatiga". El sufrimiento es un trabajo sin descanso ni
retribución. Sería el absurdo, el sin-sentido de la existencia.
"¿Cuándo le levantaré?": Desde
el fondo de su propia noche, Job se interroga sobre la irrupción del día y de
la luz. ¿No podemos descubrir ya aquí un reflejo de la confianza esperanzada en
el Dios que salva?
El mensaje aparentemente pesimista de
esta lectura encuentra su contrapunto en el Evangelio: Jesucristo
que penetra en el interior de la noche del sufrimiento de los hombres, para
traer el día luminoso de la liberación.
* Salmo: Con este cántico, el Salterio se hace eco del sentimiento lírico y
musical de toda la humanidad. Que la música es buena quiere decir
que resulta idónea para la alabanza divina; el medio, quizá,
expresivo y comunitario. Cristo mismo -en cuyo Nacimiento cantaron los
Ángeles (Lc 2: 13)- habló de la música en varias parábolas: la de los muchachos
que tocan la flauta en la plaza (Mt ll: 17), la del hijo pródigo, en
cuya fiesta hay música y danza para manifestar la alegría (Lc 15:
20).
Este salmo -uno de los más hermosos y
líricos del Salterio- supone un regalo para nuestra oración
de esta mañana que nos presenta el camino escogido por Jesús de continua alabanza
por las obras de su Padre y de fidelidad a su amor. No es de
extrañar que el Señor, evocando quizá este himno, dijera: 'Yo hago
siempre lo que es grato a mi Padre' (Jn 8: 29). La
glorificación perfecta y eterna de Dios en el Cielo será el gozo pleno de los
Elegidos y como una sonrisa de toda la creación.
* Segunda lectura: Pablo se presenta como todos los profetas: no puede renunciar a anunciar la
Palabra. Y no puede renunciar no sólo por tratarse de una elección hecha por
Dios, sino también por razones relativas a los demás. Porque predicar el
evangelio significa ser el servidor de todos para ganarlos en el mayor número
posible; también significa hacerse todo a todos para salvar así a algunos a
cualquier precio. La predicación es todo eso; consiste en definitiva
en poner a los hombres en contacto con Dios, con la salvación.
Por lo tanto, predicar el evangelio no
es ante todo enseñar una doctrina, enseñar algo; es enseñar a otros de tal
manera, que se establezca el contacto íntimo entre los que reciben la Palabra y
el Señor que la pronuncia. Para realizar eso, Pablo ha querido ser
absolutamente libre y ponerse al servicio de todos. Ha querido vivir para los
demás, lo cual le ha llevado a vivir con ellos haciéndose semejante a ellos en
su manera de ser.
* Evangelio: El relato de la curación de la suegra de Pedro es muy vivo dentro de su
sencillez; parece como si se oyera la voz de los testigos oculares. Pero si
queremos leer estas curaciones de Jesús con los ojos de los primeros
cristianos, no hemos de ver en ellos simples prodigios, sino captar en ellos
las "palabras" que anuncian el Reino y el mensaje de vida. A este
propósito bastará con dos detalles muy elocuentes. El relato está dominado por
la expresión "la levantó", que en el lenguaje del Nuevo Testamento
evoca la resurrección de Jesús y la resurrección bautismal. La narración
-segundo detalle- termina con la mención del "servicio" (en la forma
griega que se utiliza para la acción continua), para expresar el seguimiento y
la actitud del discípulo. A la luz de estas dos expresiones, el
gesto de Jesús se convierte en un símbolo perenne: la intervención de Jesús es
la que nos hace levantarnos para que emprendamos el camino del servicio.
Nosotros, sus discípulos de inicios del
tercer milenio, estamos llamados a ser, de un modo
especial, los signos vivientes del misterio entrañable de
misericordia que guarda el Corazón de Cristo. Lo seremos en la
medida que nos dejemos traspasar por esa misericordia y cada uno de
nosotros y nuestras comunidades permitamos que nos aborde la humanidad quebrantada
de nuestros días.
ORACIÓN FINAL
Dios todopoderoso, que derramaste el
Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de
Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu
servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.