20 febrero 2015. Viernes después de Ceniza – Puntos de oración

Iniciamos nuestra oración, invocando al Espíritu Santo, pidiendo ayuda a la Madre y la intercesión de San José.

Vamos con ilusión a meditar la “palabra de Dios”. Dice Juan de Ávila que esta constituye “un escudo de la fe” “en el cual podáis apagar todas las lanzadas encendidas con fuego” (Ef 6,10-11). Las lanzadas encendidas con fuego que a lo largo de la jornada el demonio y la mundanidad nos arrojan.

Preparamos nuestra alma con la oración y continuamos durante la jornada con la jaculatoria, formando ambas el escudo donde la lanzada encendida se apaga.

También escribe San Juan de Ávila que además de la “palabra de Dios” la recepción de los sacramentos y la doctrina de la Iglesia construyen ese “escudo de la fe”.

Contemplando el Evangelio donde los discípulos del precursor, manifiestan su extrañeza respecto a los discípulos de Jesús y su actitud ante el ayuno, buscamos el hilo conductor de las lecturas de hoy: el ayuno que quiere el Señor.

Encontramos en ellas que el ayuno que quiere el Señor es el de aquel que no busca su propio interés.

El ayuno que quiere el Señor es el de aquel que no apremia a sus servidores.

El ayuno que quiere el Señor es el de aquel que se aleja de riñas y disputas.

El ayuno que quiere el Señor es “abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir el pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo,  y no cerrarte a tu propia carne”.

Un corazón no cerrado a su propia carne es un corazón abierto a amar al prójimo. Hay una obra de teatro: “Toc Toc”. Su trama en síntesis, nos cuenta que a la consulta de un Psiquiatra acuden un grupo de enfermos obsesionados por sus compulsiones que no gobiernan. El terapeuta realiza una dinámica de grupo en la que los enfermos ven el problema de los otros y tratan de ayudarlos. Al final, caen en la cuenta que superan  sus obsesiones, cuando se empiezan a preocupar en cómo ayudar a resolver el problema del otro.

El enfermo ha dejado de tener el corazón cerrado en su propia carne, para abrirse al prójimo.  

El salmo es un poema de amor de un alma que busca la reconciliación con su amado. Sabiendo quien fue el autor y por qué lo escribe, no es difícil que con su lectura nuestro corazón se sienta conmovido.

“Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces” es la expresión de ese sentimiento  que tiene un alma enamorada de Dios, de odiar el pecado por encima de una regla moral, por encima de una ética personal, odia el pecado porque Dios lo aborrece.

En el evangelio, Jesús está enseñando que el ayuno es un medio de llegar a conocer a Dios, no un fin en sí mismo. Se lo dice a los discípulos del “mayor hombre nacido de mujer”. “No pueden ayunar porque están con el Esposo”. Sus discípulos no ayunaban ahora porque se encuentran en la presencia “del Esposo”.

La imagen está tomada del ambiente palestino. Los amigos del novio a los que se refiere Jesús eran los encargados de mantener la fiesta, no pueden entristecerse en esos momentos.

En el fondo es una manifestación de que Él es Dios, el Mesías por el que ayunaban, ha llegado. Cuando los discípulos volvieran con esa respuesta a Juan el bautista, él entendería.

Hagamos examen de la oración y ver que luz nos ha trasmitido el Espíritu Santo.

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