13 junio 2015. Sábado de la X semana del T.O. – Inmaculado Corazón de María – Puntos de oración junio

“Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios”.
Esta invitación del Salmo nos pone en la presencia del Señor para reconocer sus dones y querer bendecirle. ¿Que soy sin Él? ¿Hasta dónde llegarían mis cortos pasos si Él no añadiera su misma gracia?.
Día grande, amable, lleno de ternura y grandísimo amor al celebrar hoy el CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA. Impregnamos nuestra oración, nuestra contemplación de ese amoroso corazón, con los matices que nos ofrecen hoy las lecturas y el Salmo.
La primera lectura es como para releerla dos, tres, cuatro veces hasta que calen de verdad esas palabras en nuestro interior. “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”. Si tras esta invitación todo dependiera de nuestra fuerzas para acercarnos al Señor, dejaríamos seguramente de hacerlo, ¡tanta desconfianza siembra el pecado en nuestro interior!. Pero, entre nosotros y Dios, hay un mediador que ha cargado con la responsabilidad de nuestras culpas; “al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios”.
Estas palabras esponjan nuestro corazón, pues es el mismo Cristo el que acoge, borra las culpas y renueva la gracia perdida con el pecado. Ponemos nuestra seguridad ya El. Tanto es así que nos dice el Salmo; “como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos”.
Si ayuda, podemos reflexionar sobre esas palabras tremendas de María en el evangelio; “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Si aplico estas palabras a mí cuando, por el pecado, me he perdido de la presencia del Señor y de María, quizás sean fortaleza para vencer y alcanzar gracia en la tentación (misterio increíble de optar con mi libertad por el bien o el mal).
¿Qué supone el Corazón Inmaculado de María en mi vida? ¿La amo y me confío como niño a sus manos maternales? Puedo renovar, cogido de su mano, la experiencia del sacramento de la reconciliación. Y experimentar la suave brisa, nuevamente, de la gracia, dando luz, fuerza y calor al alma, empujando al bien.

“Su madre conservaba todo esto meditándolo en su corazón”. Imitando a la Virgen, hoy vamos a meditar el derroche de gracia que es Cristo en la cruz para mí. Derroche que se hizo también regalo de lo más querido de su corazón; “hijo, ahí tienes a tu madre”.

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