21 junio 2015. Domingo de la XII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
El Evangelio de hoy nos regala unas palabras de Jesús que pueden ser transformadoras de nuestra vida, además de cómo Dios nos quiere y nos protege como a sus criaturas predilectas. Nuestra vida es un camino a lo largo del cual se van abriendo senderos con el transcurso de la misma. Unas veces son senderos amplios otras veces más estrechos y tortuosos. La elección de unos u otros son las decisiones importantes que vamos tomando. Lo mejor que se puede hacer a la hora de tomar una decisión, sea cual sea, es ponerse delante del Señor y pedir que nos ilumine con su Santo Espíritu, para que no nos equivoquemos de camino y cojamos el que más rápido llevándonos al Señor, que es nuestra felicidad. La mayor parte de las veces el camino más fácil y amplio no es el más rápido ya que al no haber dificultades en el camino, éste no nos hace crecer y nos lleva a centrarnos en nosotros mismos. Por eso lo mejor es ponerse en manos del Jesús. En Evangelio de hoy comienza con la siguiente expresión de Jesús: “Vamos a la otra orilla”. ¿Qué significa esto?, es la llamada del Señor que nos invita a salir de nosotros mismos y a levantarnos para la misión, una misión que nos va a hacer felices porque Él no miente y no engaña. Esa llamada hacia la felicidad no es siempre un camino fácil. El Evangelio continúa diciendo que de repente se levantó un fuerte huracán que hacía a la barca, en la que iban, zozobrar. Ese viento y esas olas son las complicaciones, dudas y tentaciones que nos salen al paso cuando decidimos seguir el camino de la felicidad, el camino de Cristo, ya que no es fácil salir de la comodidad y eso exige bregar fuerte para mantener el rumbo fijo. Para no caer en estas tentaciones y zancadillas que nos pone el Demonio para que no seamos felices hace falta encomendarse a la Reina de los mares, la Virgen María, porque ella le aplasta la cabeza e intercede ante el Señor.
Otro punto bonito para meditar en esta oración de hoy es el silencio de Jesús. Los discípulos, en la barca, pelean contra el vendaval y Jesús como si nada durmiendo en la popa como si no fuese con Él el problema. En realidad aunque no le veamos en las dificultades y parece que esté dormido Él nos está cuidando. Sólo quiere que tengamos confianza en Él, porque su sola presencia ya nos protege. Quiere que nos mantengamos firme y con fe en que Él nos protege. No tenemos que tener miedo porque cuando nosotros temblamos, Él impide que nos caigamos, nos sujeta por detrás sin que nos demos cuenta.
Él demuestra después su poder a sus apóstoles para que no vuelvan a dudar y sigan adelante con el rumbo fijo por el camino que les dará la Vida. Cuando nosotros experimentamos algo así, el Señor sale a nuestro encuentro y nos endereza porque deseamos seguirle, es decir, somos muy débiles pero Él nos ayuda.

Pedimos la intercesión de nuestra Madre la Virgen María para que Dios nos conceda el don de la fortaleza y la perseverancia en el seguimiento del Corazón de Cristo en este mes dedicado a su Sacratísimo Corazón.

Archivo del blog