4 junio 2015. Jueves de la novena semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¿Qué mandamiento es el primero de todos? ¿Mandamiento? ¿A mí, ser libre, me manda alguien?
Como siempre nos imaginamos la escena: Jesús, de pie, con gente sentada alrededor en un círculo, unos se acercan, otros se van, rezan, dice algunas cosas, y de pronto, uno de los que estaban en segunda fila le lanza la pregunta, quizás poniéndose de pie y acercándose un poco.
Mi Jesús, el que me enseña a llamar a Dios padre y Él se dice mi hermano es preguntado por un mandamiento que me hacen sin mi consentimiento. La iglesia también habla de los 10 mandamientos de la ley de Dios y los 5 de la Iglesia (Moisés dio muchísimos más, todos en nombre de Dios. Están en la Biblia escritos con una letra igual de grande que los diez famosos). Jesús no le corrige la palabra. La acepta. Puedes pensar un rato en la relación entre mandamiento de Dios, amor de Dios, Dios es mi Padre, libertad, etc. La primera carta de Juan, cap. 2 te puede dar alguna sugerencia.
Puedes hacerte humilde abajándote: Yo recibo mandamientos, yo soy el esclavo del Señor, yo intento ser humilde.
Luego ves como cumplió María lo de los mandamientos que le dan otros.
Cómo cumplió Jesús lo de los mandamientos que le dan.
Ahora dejas de pensar, le miras desde tu puesto en el círculo de los observadores y te das cuenta de que Él te está hablando a ti. Justo a ti. Y ahora, lo que quieras…
Cuando acabes la contemplación pasas a lo siguiente. “El primero”. Luego hay uno más importante que otros. El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. No tengo pensado llegar al segundo que es al que siempre llegamos. Fíjate el énfasis que Jesús da a la respuesta. Le pregunta una persona y Él contesta: Escucha, Israel, el Señor…, es el único Señor: …Señor…, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. Que retahíla de adjetivos, verbos, adverbios y de todo para resaltar una idea. La idea debe ser importantísima: Ahora tú solo piensas cuál es esa idea, cómo lo vivió María y como lo vivió Jesús. Miras, admiras, les pides algo, te gustaría mejorar en este campo. Te quedas mirando cómo te mira.

Puedes pasar ahora a eso de: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pero ten cuidado no sea que diluyas lo emocionante del día de hoy.

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