17 junio 2015. Miércoles de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio de este día, nos recuerda un principio fundamental en nuestra relación con Dios, como son nuestras prácticas de piedad, y es la rectitud y la pureza de intención que debemos tener al realizarlas. Pregunta: ¿Cómo andamos en este aspecto de nuestra vida interior? ¿Le damos la importancia que tiene? ¿Vamos superando limitaciones…?
La rectitud y la pureza de intención deben centrar nuestra vida en Jesucristo.
Son, como diría el P. Morales, esos dos peldaños que nos permiten llegar a la unión con Dios. El inicial: rectitud de intención. ¿Por quién lo hago?  Y su consecuencia: ¿Por qué lo hago? En el “por quien…”, y en “el por qué…”, nos jugamos nuestra unión con el Señor…
Hoy el evangelio nos invita a revisar tres detalles: la limosna, la oración y el ayuno… ¿Es posible que nos podamos buscar a nosotros mismos al ponerlos por obra...? Parece ser que sí, si es que no estamos un poco sobre nosotros mismos…
Quienes al dar limosna gustamos de publicarlo..., de aparecer en listas..., o de esperar reconocimientos..., mala cosa, ya está nuestro “yo” funcionando… Si gustamos de ser vistos o tenidos como personas de oración..., malo ya estamos pagados… Si practicamos la mortificación, sin la prudencia suficiente como para que no se sepa..., ya estamos perdiendo el sentido de la misma…
Por lo tanto, si oramos el texto que hoy nos presenta la Iglesia, no podemos por menos de revisar si estamos o no estamos,  intentando el desaparecer en el amor de Dios, y tratando de morir un poco a nuestro propio yo…
Quien tenga claro cuál es el fin última de la vida, agradar a Dios en todo, no se despistará a la hora de desarrollar cualidades, santificar valores, hacer apostolado… Siempre y en todo a la mayor Gloria de Dios.
Que nuestra vida cristiana sea como un himno incesante de puro amor, desprendido..., abnegado..., olvidado…

Pongamos nuestros ojos en la Virgen María, ella es modelo perfecto de rectitud y de pureza de intención. Ella nos alcanzará la gracia para olvidarnos de nosotros mismos y no buscarnos en nada, por muy santo que sea... Que viéndola a ella como oraba..., como ayunaba..., o cómo se negaba a sí misma..., sea para nosotros un estímulo para buscar a Dios siempre y en todo…

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