Del salmo 146 (145) a fin de
relacionarlo con la primera lectura (curación de la ceguera de Tobit por su
hijo Tobías) se han seleccionado algunos versículos para la liturgia de la Misa
de hoy. No obstante, coincide esta fecha con el Día Mundial del Medio Ambiente,
y justo es que también en nuestra oración entremos en sintonía con tal
celebración.
Por ello centremos nuestra reflexión en
un pasaje de dicho salmo: “Yahvé hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay
en él”.
Una doble postura existe en la actualidad
en relación con nuestro Medio Ambiente:
- La supuesta preeminencia del Hombre sobre la Naturaleza - Antropocentrismo prometeico- según la cual el hombre es el Ser supremo, y la naturaleza es simplemente espacio de su voluntad de dominio, fuente de beneficios y cantera de explotación.
- O bien la supuesta preeminencia de la Naturaleza sobre el hombre -Cosmocentrismo panvitalista- según la cual el hombre no puede manipular a su antojo las leyes y los valores de la Naturaleza, que es su matriz genésica y nutricia, fuente y origen de toda vida, magnitud maternal, envolvente y sacra en la que está inmerso el ser humano.
Ahora bien, no son dos (el Hombre, la
Naturaleza) los únicos protagonistas del dilema ecológico. Como nos recuerda el
salmo, “Yahvé hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él”. Y este
tercer Protagonista es el que deshace el falso dilema antes enunciado.
El hombre está sobre la naturaleza (“Sed
fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”), pero no como déspota o
dueño absoluto, sino tan solo como administrador. El hombre ha de responder
ante Dios del uso o abuso que con que ha “trabajado” la tierra.
San Pablo nos recuerda que la creación
entera salió de las manos de Dios. “La creación, expectante, está aguardando la
manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la
frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la
esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la
corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos
que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto” (Rom 8,
19 y ss)
“Amas a todos los seres y no aborreces
nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías
creado. ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se
conservaría, si tú no lo hubieras llamado?” (Sab 11, 24 y ss)
En nuestra oración recojamos el clamor
de toda la creación que gime también, como nosotros, por la liberación de la
esclavitud del pecado.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor
ensalzadlo con himnos por los siglos.
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Prestemos nuestra voz a todas las
criaturas para alabar, bendecir y adorar al Señor.