9 junio 2015. Martes de la décima semana de Tiempo Ordinario – San Efrén – Puntos de oración

Hoy es la fiesta de San Efrén que significa "muy fructífero" y quiero que al comienzo de estos puntos de oración conozcamos unos matices de este santo. San Efrén logró ya durante su vida gran fama como poeta y compositor de himnos religiosos, y en la antigüedad fue el más grande poeta cantor de la Santísima Virgen. La Iglesia Católica lo ha declarado Doctor de la Iglesia y los antiguos lo llamaban "Arpa del Espíritu Santo". Tenía especialísima cualidad para escribir poesías, y San Basilio dice que era tal la estimación que los antiguos tenían por sus escritos, que después de las lecturas de la Sagrada Escritura, en varias iglesias se leía alguna página escrita por este santo.
Los persas de Irán invadieron la ciudad de Nisibe, tratando de acabar con la religión católica, y entonces Efrén junto con gran número de católicos, huyeron a la ciudad de Edesa, y en esa ciudad pasó los últimos años de su vida, dedicado a componer sus inmortales poesías, y a rezar, meditar y enseñar religión a cuantos más podía. Dicen que la idea de dedicarse a componer himnos religiosos le llegó al ver que los herejes llevaban mucha gente a sus reuniones por medio de los cantos que allí recitaban. Y entonces Efrén dispuso hacer también muy simpáticas las reuniones de los católicos, por medio de himnos y cánticos religiosos, y en verdad que logró conseguirlo.
La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el año 370 cuando hubo una gran carestía y una pavorosa escasez de alimentos. Los ricos habían acaparado los alimentos y se negaban a repartirlos entre los pobres por temor a que se aprovecharan los avivados. Entonces San Efrén se ofreció de mediador y como a él si le tenían total confianza, organizó un equipo de entrenados distribuidores y logró llevar cuantiosos alimentos a las gentes más necesitadas. En una grandísima epidemia organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: "Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados".
Estas sencillas pinceladas de la vida de San Efrén son casi el mejor comentario a las lecturas de hoy.
Lo que dice San Pablo: “él no ha ungido,  nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu” es una frase para leer y releer y hacerla vida. Así es un cristiano desde el día de su bautismo. Ungidos, llenos de la vida de Dios, de la vida del Espíritu. No habría más que dejarse mover al Espíritu dentro de nosotros para que nuestra vida fuera santa, como la de san Efrén. Si no es así es porque ponemos frenos al Espíritu en nuestro interior.
Esta unción da fuerza a nuestra vida, nos hace sal y luz. San Efrén en el siglo IV poseyó esa originalidad, fuerza, pasión, por dar a conocer a Cristo a todos, por llenar la vida de los otros de alegría con su poesía, de cuidar a los más necesitados.
En cada siglo Dios ha puesto santos que son luces en lo alto del monte. Hoy te toca a ti, nos toca a nosotros dejarnos llevar por el Espíritu para ser sal y luz y transformar el mundo.
Cada día Dios te pone a tu alcance nuevas oportunidades para la misión.
Comparto con vosotros una experiencia reciente. El jueves apareció por la parroquia, un chaval, Nicolás, y solo me pedía lavarse, cargar el móvil y comida. Me puse a hablar con él, le invité a desayunar. Había venido desde el aeropuerto de Barajas andando sin saber dónde ir y apareció en la parroquia. Le propuse que me ayudara en diversos trabajos, si quería. Yo se lo pagaría, le daría comida y alojamiento. Fuimos hablando; su vida era dura. El domingo se iba. En estos días, la gente de la parroquia le ha acogido, le ha dado ropa, comida, le hemos hecho uno de nosotros, ha venido a misa, a las primeras comuniones, a un concierto. Hacía 18 años que no iba a misa. Se ha ido feliz, porque se ha sentido querido. Uno más. Hemos visto en él un hijo de Dios que necesitaba cariño y tiempo. Nadie se ha escandalizado. Hemos sido luz pero hemos recibido más.

¿De qué manera hoy Dios puede venir a tu encuentro para que seas sal y luz?

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