(Mt 5 43 – 48)
Al iniciar la oración es conveniente
comenzar con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud
interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy
hacer y ante quién lo voy a hacer poniendo en práctica las 5 adiciones
ignacianas.
El “amarás a tu prójimo” es una norma
que se da en el libro del Levítico (19,18), aunque prójimo se entiende aquí al
familiar y al compatriota. La segunda afirmación, “y aborrecerás a tu enemigo”
no está en ningún pasaje de la Biblia; pero los judíos así lo deducían como
conclusión del primero. Todo el que no pertenecía al pueblo elegido era un
extraño, un “enemigo”, a quien no había que amar.
Jesús rompe con la tradición y supera el
mandato de los rabinos. “Yo en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced
en bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”.
El paso que da Cristo es muy grande y es para aquellos que tienen un corazón
grande. Extiende el concepto de prójimo a toda persona sin distinción y
extiende el perdón ilimitadamente, incluso al enemigo, para Jesús no hay
distinción entre amigos y enemigos, para que el ama como el Corazón de Jesús no
hay nada más que hermanos, hijos todos de un mismo Padre, Dios (Lc 6,27ss).
Cuando Cristo nos dice: “ser perfectos
como vuestro Padre celestial es perfecto” nos está diciendo que la santidad
debe estar basada en la absoluta fidelidad a Dios que es amor y en la imitación
del ejemplo de Jesús que es el único modelo de todos los hombres y mujeres y
“así seremos hijos de nuestro Padre que está en el cielo, que hace salir el sol
sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”.
Jesús no nos manda por decreto ley
practicar estas actitudes, Él sí nos propone su ejemplo. Él murió perdonando a
sus enemigos, los santos han seguido sus pasos no por que fueran superhombres,
su fuerza radica en que confiaron en la gracia de Dios que todo lo
puede y se confiaron en la misericordia del Corazón de Jesús donde los más
miserables son los mejor acogidos.
Que en este mes de junio dedicado al
Corazón de Jesús, nuestra oración se apoye en esta devoción para alcanzar las
gracias necesarias y vivir con plenitud las exigencias del evangelio y así
cumplir los deseos del Papa Francisco de salir a misionar, primero con el
ejemplo de vida y después con la palabra.
Al terminar nuestra oración, pedidle al
Señor que nos conceda un corazón semejante al suyo, manso y humilde, y saber
descubrir la Voluntad de Dios para con nosotros por la intercesión de Santa
María.