Sumergidos ya en la Campaña de la
Visitación, celebramos hoy el nacimiento de aquel que fue santificado en el
seno de su madre, santa Isabel, al recibir la visita de la Virgen de María
portando en su seno al Salvador. San Juan Bautista es el precursor de Jesús, el
gran profeta que preparó el camino al Mesías. Nos dice el P. Morales que María
fue formando en Juan poco a poco, durante los tres meses de su estancia en la
montaña de Judea, con inefable cariño maternal, con las gracias que le
comunicaba, al futuro Heraldo de Cristo, el Precursor. Una forma de comenzar
nuestra oración hoy es pedirle a la Virgen que esta nueva campaña de la
Visitación nos dejemos formar por ella, siendo fieles al olvido de nosotros
mismos, para ser hoy esos heraldos que abren camino a Cristo en sus ambientes
de vida.
¿Qué pide hoy la Iglesia en la fiesta
del nacimiento del Bautista? “Concede a tu familia el don de la alegría
espiritual” (oración colecta de la misa). Estamos terminando un curso,
seguramente fatigados del esfuerzo y anhelando las vacaciones. Echamos la vista
atrás y ¿qué nos produce alegría de lo que hemos vivido? Recuerdo un año,
cuando daba clases de religión, que al terminar el curso me parecía que había
sido poco provechoso en frutos, un tanto vacío y estéril apostólicamente,
comparado con los anteriores. Llegó este día de san Juan y rezando con los
textos de la liturgia comencé a sentir una gran alegría al pensar que había
estado preparando los caminos del Señor; más allá de los frutos cosechados, de
la respuesta obtenida, solo el hecho de haber intentado abrir paso a Cristo en
las clases, en las actividades, en la entrega diaria… era algo grande y
maravilloso, que había merecido la pena en sí mismo. ¿Hay algo mejor en lo que
emplear las fuerzas?
Por eso, si al finalizar este curso
tienes la sensación de haberte cansado en vano, de haber gastado en nada y en
viento tus fuerzas, como el siervo de Yahvé de la primera lectura, déjate
inundar de la alegría de haber abierto caminos a Jesús con tu presencia, con tu
trabajo escondido, con tu vida ofrecida cada mañana, con tu apostolado de
palabra y de obra.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo
nos narra cómo los planes de Dios se realizan a través de personas en las que
encuentra colaboradores para realizar sus designios. Nos cita a David, “hombre
conforme a mi corazón” y a Juan Bautista que va delante del Señor predicando la
conversión. Hoy también busca Dios amigos fuertes en los que apoyarse, que sean
nuevos precursores como los describe el P. Morales: “Nuevos precursores que
sean ‘testigos vivientes de lo eterno’ (Pio XII), con su vida ejemplar y
alegre, limpia de egoísmo. María es quien los prepara en estos meses. Quiere
hacerlo en cantidades industriales, fabulosas, pues ‘mucha es la mies y pocos
los operarios, (Lc 10, 2). Ella, como la Iglesia, de quien es tipo y figura,
llora con Jesús en este verano que es invierno para las almas. Esos
Precursores, esos Misioneros del Amor, tienen que copiar el veraneo de la
Virgen. Olvidarse, salir de sí para llevar a Jesús a todos”.
Pues bien, déjate encontrar hoy por este
Dios que te busca para llevar a cabo sus planes de misericordia sobre esta
humanidad sedienta de paz. Si te sientes pequeño para esta misión, pídele a la
Virgen que acoja en su regazo y que forme en ti un corazón a semejanza del de
su Hijo Jesús. Pide también por ese grupo de jóvenes que este verano va a ir a
Perú y a Gales a anunciar el evangelio de la gracia de Cristo, para que sean
instrumentos elegidos por el Señor para cumplir sus designios.