1 noviembre 2015. Solemnidad de Todos los Santos – Puntos de oración

Hoy es un día para llenarnos de deseos -¿de qué?- deseos de santidad, mirando a nuestros hermanos que han llegado al cielo y reinan con Cristo. Los deseos todavía no son los frutos, pero los producen, del mismo modo que las flores en los árboles dan lugar a tanta variedad de frutas. Sirva de ejemplo lo que nuestra adalid y amiga Teresa del Niño Jesús escribió en su Ofrenda al Amor Misericordioso:
¡Oh, Dios mío, Trinidad Bienaventurada!, deseo amaros y haceros amar, trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia, salvando las almas que están en la tierra y librar a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente vuestra voluntad y alcanzar el puesto de gloria que me habéis preparado en vuestro reino. En una palabra, deseo ser santa, pero comprendo mi impotencia y os pido, ¡oh, Dios mío!, que seáis vos mismo mi santidad.
El programa de la santidad es parecernos a Jesús, haciendo nuestros esos ocho rasgos de su vida que están expresados en las bienaventuranzas. Él las vivió primero, y por eso puede pedirnos que le sigamos, pues nos da su gracia para imitarle:
· Con Jesús y como Jesús, he de ser pobre de espíritu.
· Con Jesús y como Jesús, he de ser humilde.
· Con Jesús y como Jesús, he de llorar junto a los que sufren, llorar por los pecadores…
· Con Jesús y como Jesús, he de tener hambre y sed de santidad y justicia.
· Con Jesús y como Jesús, he de ser misericordioso.
· Con Jesús y como Jesús, tengo que luchar por ser limpio de corazón.
· Con Jesús y como Jesús tengo que trabajar por la paz.
· Con Jesús y como Jesús, he de ser perseguido a causa de la justicia.
Nuestros queridos P. Morales y Abelardo siempre nos han encendido en deseos de santidad y nos han señalado el camino: la confianza, nunca el desaliento, sirviéndonos de nuestras miserias para acrecentar la humildad, poniendo los ojos en María, la Virgen del Hágase y del Estar. El P. Eduardo nos enseña este camino con su propio ejemplo, aceptando su limitación y dejándose hacer por Dios. Hablemos hoy con nuestros hermanos del cielo, para que intercedan por nosotros y lleguemos a la santidad por la perseverancia, y a la perseverancia por las miserias. Un contemporáneo del P. Morales, ya declarado Venerable, el arzobispo José Mª García Lahiguera decía con frecuencia:
“Tenemos que ser santos, que con menos no cumplimos”
Y para que nuestros deseos empiecen a dar fruto muy pronto, sigamos un consejo de santa Teresa del Niño Jesús. Su prima,  María Guerin,  que también era una de sus novicias en el Carmelo de Lisieux,  le dijo,  “te prometo ser santa cuando tú te hayas ido al cielo; en ese momento,  pondré manos a la obra con toda el alma”. Teresa le respondió, “No, no esperes hasta entonces.  Comienza ahora mismo…Créeme, nunca esperes a mañana para empezar a ser santa”.
Hacemos nuestro este consejo y le pedimos a la Virgen que nos dé fuerza para empezar AHORA:

NUNCA ESPERES A MAÑANA PARA EMPEZAR A SER SANTO

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