3 octubre 2015. Sábado de la XXVI semana de T.O. – San Francisco de Borja – Puntos de oración

1.      Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios (EE 46): “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2.      Petición: Hacemos nuestra la petición de la oración colecta para la memoria de San Francisco de Borja: “Señor y Dios nuestro, que nos mandas valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu ley; al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor, enséñanos a comprender que nada haya en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.
3.      Puntos para orar: Hoy celebramos la memoria de San Francisco de Borja, (1510–1572), noble español, que renunció a todos sus títulos y bienes para hacerse jesuita en 1546, a la muerte de su mujer. Convertido unos años antes ante el cadáver de la emperatriz Isabel, esposa del emperador Carlos. Un hombre de altas capacidades para el gobierno que puso sus dotes al servicio de la Iglesia, a la vez que se distinguió por su profunda humildad. Muy mortificado y amante de la oración, fue General de la Compañía de Jesús entre 1565 y 1572, periodo durante el cual la Compañía aumento mucho en  número de miembros y de colegios y misiones en el mundo.
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que recibe a sus discípulos muy contentos de sus experiencias misioneras, en que se les sometían los demonios en el nombre de Jesús. Y Jesús les dice qué es lo verdaderamente importante. Transcribo un texto de otro santo Francisco, San Francisco de Asís, cuya fiesta se celebra mañana, y que comenta este mismo evangelio de manera inspirada, de forma que sus palabras pueden aplicarse perfectamente al espíritu que vivió San Francisco de Borja: “En la caridad que es Dios, ruego a todos mis hermanos, predicadores, orantes, trabajadores, tanto clérigos como laicos, que procuren humillarse en todo, no gloriarse ni gozarse en sí mismos, ni exaltarse interiormente de las palabras y obras buenas, más aún, de ningún bien que Dios hace o dice y obra alguna vez en ellos y por ellos, según dice el Señor: no os alegréis de que los espíritus se os sometan. Y tengamos la firme convicción de que a nosotros no nos pertenecen sino los vicios y pecados. El espíritu del Señor, en cambio, quiere que la carne sea mortificada y despreciada, tenida por vil y abyecta. Y se afana por la humildad y la paciencia, y la pura, y simple, y verdadera paz del espíritu. Y restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de él procede. Y el mismo altísimo y sumo, único Dios verdadero, posea, a él se le tributen y reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y la gloria, suyo es todo bien; sólo él es bueno. Y si vemos u oímos decir o hacer mal o blasfemar contra Dios, nosotros bendigamos, hagamos bien y alabemos a Dios, que es bendito por los siglos”.
4.      Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Avemaría.
5.      Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
6.      Y un propósito: en estos días del mes de octubre, el mes del rosario, rezarlo todos los días como un regalo a la Virgen por la conversión propia y de todos los que me rodean. Prepararme así para vivir la fiesta, dentro de pocos días de Nuestra Señora del Rosario, que da la victoria para tantas batallas de cuerpo y alma.

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