Empezamos nuestro rato de oración ofreciendo el día de
hoy, pidiendo ayuda al
Espíritu Santo y mendigando la misma a nuestros intercesores.
Nos metemos en la escena del evangelio,
acompañando a Jesús en una visita a un fariseo principal que le ha invitado a
comer. Compartir comida es compartir vida, es un gesto de cercanía. En el
evangelio de hoy, tendrá otro gesto de cercanía con el enfermo al tocarle.
Jesús va de frente, muestra franqueza en
su cercanía. Ahora bien, se encuentra con gente recelosa, “le estaban
espiando”, que parecen desconfiar del Maestro.
Jesús los conoce y sabe qué es lo que
guardan en su corazón. Por eso les pregunta directamente: -«¿Es lícito curar los sábados, o no?». Ellos se
quedaron callados”.
Este silencio es ya una respuesta medida, retorcida,
incluso hipócrita.
“No me atrevo a decirte que en sábado no se puede
trabajar, por lo tanto no puedes curarle, pero lo pienso. Hablaré por detrás,
“chismorrearé”, te juzgaré porque puedo hacerlo,
yo soy cumplidor de la ley y tú no”, pensaban estos fariseos.
Los fariseos estaban cerrados por su
interpretación literal de la ley, se ponían a la puerta de la religión para que
nadie cuestionase su “dominio”, anteponían la letra de la ley al amor. ¡Qué
ridículo querer conocer más del pensamiento de Dios que el propio Dios! “Ser
más papistas que el papa” (decimos coloquialmente).
Recuerdo que el padre Morales repetía
muchas veces: “la regla viva es el mayor”. Cuantas veces cuestionamos la
obediencia porque interpretamos que aquella acción, aquellas palabras, no se
ajustan a la “letra de la ley”. “Nos hacemos personitas” también repetía
el padre.
Igualmente a nuestro papa Francisco le
“espían” muchas veces. Que si el artículo 137 del documento preparatorio del
Sínodo…..Que si en un avión dijo …..Parece que haya miedo a que algo nuevo nos
saque de la “zona de confort” de nuestra ideología. “No tengáis miedo”, con estas palabras empezaba su pontificado san Juan Pablo
II.
“Jesús,
tocando al enfermo”, Jesús
no es un médico de los que recetan desde el “otro lado de la mesa”, Él toca al enfermo, lo hizo también con
el hijo de la viuda de Naím, con la hija de Jairo ….. . Es un segundo gesto de cercanía en la
escena. Dice el papa Francisco que cuando des limosna, al menos mira a los ojos
del pobre que la recibe, allí hay una persona. Mostrar la cercanía es estar en
el camino correcto, pues Dios se hace cercano al hacerse hombre.
-«Si a uno de vosotros se le cae al pozo
el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?». Con esta pregunta, Jesús muestra la hipocresía
de estos fariseos. Sacarían su buey del pozo, pero no curarían a un enfermo.
Son personajes que viven una “santidad de apariencia”, con un corazón duro y
egoísta.
Acabemos nuestras reflexiones con un
coloquio con Jesús. Examinemos con el Maestro nuestro corazón, pidiendo a la
Virgen nos preste su “corazón para amarle” a Él y a los hermanos. Que ella nos
libre de esa dureza de corazón que nos hace insensible a las necesidades de los
que nos rodean.