Carta
de San Pablo a los Romanos 2,1-11. “Por eso, tú que pretendes ser juez de
los demás… no tienes excusa… El dará la Vida eterna a los que por su constancia
en la práctica del bien”.
Estamos en la víspera de la fiesta de Santa Teresa de
Jesús, en el año del Quinto Centenario de su nacimiento. “Humildad es andar en
verdad” –nos dijo. Lo contrario, la soberbia, es andar en mentira, en la
falsedad. “No juzguéis”,
eso le corresponde al Juez, a Dios… A nosotros nos corresponde “la práctica del
bien” y punto. Siempre recuerdo una breve canción de un claretiano con letra de
San Antonio María Claret: “Para
ti, un Juez; para los demás, una madre; para Dios, un hijo”.
Salmo 62(61), 2-3.6-7.9. “Sólo
en Dios descansa mi alma… porque Dios es nuestro refugio”.
Lo demás –el mundo, las cosas- cansa, desgasta, te
mata…aunque sea “dulcemente” como el placer, como la eutanasia, pero te deja
sin “hogar”, sin paz…¡Señor, sólo Tú eres mi Descanso!
Evangelio según San Lucas 11,42-46. “¡Ay de vosotros, fariseos!”
que del dicho al hecho hay tanto trecho. Sólo en Dios, hay coherencia, unidad,
transparencia, humildad, verdad. Contemplemos los ojos purísimos,
transparentes, misericordiosos, todo paz y amor, de Jesús, frente a la doblez,
rigidez, dureza de los fariseos y saboreemos el estribillo del salmo: “¡Solo en Dios!”.
LECTURAS DE APOYO:
En Santa Teresa, «andar
en verdad ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos» es el síntoma de una personalidad
sana. Y es la actitud que nos permite conocernos, aceptarnos y conquistar
nuestro mejor yo. Para evitar la tentación de creernos más de lo que somos
(soberbia) o acentuar tanto nuestra debilidad (pusilanimidad), la Santa nos
previene atinadamente: «Esta es la verdadera verdad: conocer cada uno lo que
puede y lo que Dios puede en él» (Relación, 28) Y nos anticipa que la prueba,
la dificultad o la crisis ponen de manifiesto la verdad: «Pruébanos Tú Señor
que sabes las verdades para que nos conozcamos» (Moradas 3, 1,9). Por último,
describe: «Quienes de veras
aman a Dios no aman sino verdades y cosas dignas de amar» (Camino de Perfección,
40,3). Se oponen a la verdad: la mentira, la falsedad, el
engaño-apariencia, la hipocresía. Teresa sabe que sólo “la verdad nos hará libres” y que una tarea humana tan liberadora
como dolorosa es poner la vida en verdad. Experimentar nuestro yo, encontrarnos
con nosotros mismos descubriendo nuestras posibilidades y limitaciones y todo,
desde el espejo de Dios, de su mirada amorosa. Este es el espejo teresiano. La
humildad y la esperanza son actitudes humanas fundamentales para caminar en la
verdad” (P. Xabier Segura)
«Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29)
Hijo, huye de todo lo que es malo o se asemeja al mal. No
te enfurezcas: la cólera impulsa al crimen. No seas celoso, ni batallador, ni
brutal: estas pasiones son causa de asesinatos. Hijo, no seas sensual: la
sensualidad es el camino del adulterio. Que tu lenguaje no sea atrevido ni
arriesgada tu mirada: también esto engendra adulterio... Guárdate de los
embrujos, astrologías, purificaciones mágicas; rechaza el verlas y escucharlas:
esto sería zozobrar en la idolatría. Hijo, no seas mentiroso, porque la mentira
arrastra al robo. No te dejes seducir ni por el dinero ni por la vanidad, que
también ellos incitan al robo. Hijo, no masculles: llegarías a blasfemar. No
seas insolente ni malévolo, también esto lleva a la blasfemia. Ten paz: «los pacíficos heredarán la tierra
» (Mt 5,5). Sé paciente,
misericordioso, sin malicia, lleno de paz y de bondad. Tiembla constantemente
ante las palabras que has escuchado (Is 66,2). No te ensalzarás a ti mismo, no
entregarás tu corazón al orgullo. No te encontrarás con los soberbios sino que
irás con los justos y los humildes. Acogerás los acontecimientos de la vida
como un favor, sabiendo que nada ocurre que no sea en Dios. (La Didajé (c.
60-120), catequesis judeo-cristiana, 3)