11 octubre 2015. Domingo de la XXVIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

Debemos dejarnos hablar al corazón por la Palabra de Dios, especialmente hoy, que es domingo. Cada lectura debe darnos luz para nuestra vida habitual y nuestra vida de oración.
“Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza.”
Al leer este texto de la primera lectura deberíamos preguntarnos qué es para un cristiano la prudencia y la sabiduría.
Lo prudente es discernir a estilo ignaciano nuestras decisiones. Una vez hecha la elección ir adelante a lo Santa Teresa de Jesús. Con determinación y venciendo los obstáculos.
La sabiduría es ver a Dios en todos los acontecimientos de la vida, y aceptarlos como regalos suyos. Preguntarse siempre qué es lo que quiere Dios con el regalo que me ha dado. No nos confundamos, una enfermedad también es un regalo de Dios, una oportunidad que nos da para realizar algo grande.
“Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.”
Si somos prudentes y sabios seremos alegres en todos los acontecimientos de la vida. Veremos con nuestros ojos la misericordia que tiene Dios con nosotros. La misericordia de Dios nos sacia, nos llena y experimentamos el júbilo y la paz del corazón. Pidamos en la oración todos los días que nos sacie de su misericordia.
“La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos, juzga los deseos e intenciones del corazón.”
Dejémonos guiar por la palabra de Dios. Ilumina nuestros deseos e intenciones para ir viviendo según Dios quiere para nosotros.
Si nos dejamos guiar por la Palabra de Dios nuestros deseos e intenciones se irán purificando poco a poco. Nuestros deseos irán siendo los deseos de Dios y nuestras intenciones se irán conformando con las intenciones divinas.
“Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.”
Jesús nos sigue mirando con cariño pidiéndonos que vendamos aquello que nos aleja de Él y nos impide seguirlo.

Seamos valientes, prudentes y sabios para ir dejando todo aquello que nos impide ser realmente felices. Solo seremos felices de verdad si respondemos sí a Dios y le seguimos guiados por la Palabra de Dios.

Archivo del blog