En medio del trajín de final de curso
seguimos cuidando los ratos de intimidad con el Señor cada día. Empezamos la
oración tratando de relajarnos y de olvidarnos por un momento de los exámenes,
de los trabajos, de las prisas, del calor... Entramos en la presencia del
Señor, que estaba esperando.
Quizá nos ayude hacer hoy, fiesta de
la trinidad, la oración que la Virgen nos propone en Fátima: “Santísima
trinidad, yo creo adoro, espero y os amo. Y os pido perdón por los que no
creen, no adoran y nos aman”. Repitiéndola varias veces despacio.
También podemos fijarnos en los
guiños de la palabra de Dios. En esta época en la que hay que trasnochar más de
una vez encontramos a Moisés que sube de madrugada a orar. Quizá en los
momentos de cansancio y agobio lo último que se nos ocurre es acordarnos de
nuestro Padre, pero Él nos contempla en todo momento con cariño y está a
nuestro lado. Así que, como dice san Pablo, alegraos,
enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Lo único que se nos
pide es que creamos. Nos lo recuerda el evangelio. Así que ¡manos a la obra!,
también en estos momentos.