6/6/2017, Martes de la IX semana de Tiempo Ordinario – San Norberto

Lectura del libro de Tobías (2, 9-14)
Yo, Tobit, la noche de Pentecostés, cuando hube enterrado el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la cara destapada porque hacía calor; ya no sabía que en la tapia, encima de mí, había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos, y se me formaron nubes. Fui a los médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüentos me daban más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó dos años, hasta que marchó a Elimaida. En tal situación, para obtener algún dinero, mi mujer, Ana, tuvo que trabajar en labores femeninas tejiendo lanas. Los clientes le abonaban el precio a la entrega del trabajo. Un día, el siete de marzo, terminó una pieza de tela y la entregó a los clientes. Estos, además de darle toda la paga, le regalaron un cabrito. Cuando ella entró en casa, el cabrito se puso a balar.  Yo entonces llamé a mi mujer y le pregunté: «¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a su dueño. No podemos comer cosas robadas». Ella me aseguró: «Es un regalo que me han hecho además de pagarme». No la creí y, avergonzado por su comportamiento, insistí en que se lo devolviera a su dueño. Entonces ella me replicó: «¿Dónde están tus limosnas y buenas obras? Ya ves de que te han servido».
Salmo responsorial  (Sal 111, 1-2. 7-8.9)
R. El corazón del justo está firme en el Señor
Dichoso el que teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. 
R.
No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. 
R.
Reparte limosna a los pobres; su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12, 13-17)

En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?». Adivinando su hipocresía, les replicó: « ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron. Y él les preguntó: «¿De quién es esta imagen y esta inscripción?». Le contestaron: «Del César». Jesús les replicó: - «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Y se quedaron admirados.

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