Nos ponemos en presencia de Dios,
caer en la cuenta de que no se trata de repasar unos apuntes, o reflexionar
sobre un texto sino que vamos a tener un encuentro con una persona real que nos
espera, siempre nos espera.
Una oración que sea darnos cuenta de
cómo nos ama, llenarnos de su amor, para llevarlo a cada detalle del día que
nos espera. Un amor que no necesita recompensa ya que sabemos que se nos
regala. Un amor carísimo que Dios nos regala una y otra vez, el cual debemos
tratar de corresponder gratuitamente. En esto nos insiste hoy Jesús en el
Evangelio, no esperes mayor recompensa que el amor infinito de todo un Dios y
que toda tu vida sea tratar de corresponder a este milagro.
En el fondo, Jesús nos plantea que hablemos
hoy con él sobre las intenciones con las que hago las cosas. Suplicarle que nos
ayude a tener una recta intención en todo lo que hacemos. Pedirle que nos ayude
a colocarle en el centro de todas nuestras acciones, que Él sea la causa y el
motor de todo.
María, nuestro mejor ejemplo para ser
santos nos enseña con su santa indiferencia a hacer todo para hacer la Voluntad
de Dios, sin esperar nada a cambio, tratando de corresponder al amor tan
inmenso que Dios muestra por ella. Acudamos a ella en nuestra oración para que
nos ayude a ordenar todas nuestras intenciones.