1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia
de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración
preparatoria de Ejercicios (EE
46): “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2. Petición. “Envía
Señor tu Espíritu, que renueve nuestros corazones.”
3. Composición de lugar. (una imagen que nos ayude a centrar la imaginación al
hacer la oración): Jesús conviviendo con sus primeros discípulos.
4. Puntos para orar:
Hoy es la memoria del laico mártir
San Carlos Luanga y de veintiún laicos católicos, la mayoría muy jóvenes, que
fueron torturados y asesinados, entre 1885 y 1887 en la actual Uganda, junto a
varias decenas de jóvenes anglicanos, por no querer abjurar de su fe. En la
imagen están fotografiados la mayoría de los que luego fueron mártires al cabo
de unos pocos meses y serían canonizados por Pablo VI en 1964. La sangre de los
mártires y los sufrimientos de innumerables misioneros, sacerdotes y laicos por
todo el continente han hecho de él una esperanza para la Iglesia. En 1900 en el
continente africano había unos dos millones de católicos y en muchas zonas se
estaban abriendo los primeros puestos de misión en medio de grandes
dificultades. Hoy, en 2017, de los 800 millones de africanos unos 135 millones
son católicos.
Carlos Luanga es el patrono de la
juventud africana y un ejemplo de fortaleza al no prestarse a los deseos
impuros del rey Muanga II (1868–1903). Este rey Mwanga, que sería depuesto más
tarde por los colonizadores ingleses y desterrado en las islas Seychelles, se
haría bautizar al final de su vida en la Iglesia Anglicana.
Hoy también es la víspera de la
solemnidad de Pentecostés. El rato de oración de hoy puede ser un buen momento
para saborear con calma la secuencia al Espíritu Santo que nos propone la
Iglesia para esta fiesta:
Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido;luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,tregua en el duro trabajo, gozo que enjuga las lágrimasy reconforta en los duelos.Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro.Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.Riega la tierra en sequía, sana el corazón del enfermo;lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
5. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Pedirla luz para que conozca más a Jesús y para que conociéndole, más le ame y más le siga. Avemaría.
6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he
recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver
dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer
examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y
proponerme algo concreto para enmendarlo.