7 junio 2017. Miércoles de la IX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La primera lectura me recordaba lo que tantas veces hemos oído en ejercicios de no hacer mudanza en tiempos de desolación, y de confiar más en Dios que en nuestras miserias o de ahora que iremos por Santiago de Aravalle y veremos esculpida la frase de no cansarse nunca de estar empezando siempre. Es verdad que tenemos la suerte de tener un Dios que no nos trata como merecen nuestros delitos, ni vivimos en una etapa en que se cree la ley de la retribución, pero yo sí que me veo muchas veces en la situación de la primera lectura, con una gran  desconfianza hacia mí mismo y con ganas de tirar la toalla. Meto tantas veces la pata, siempre confesándome de lo mismo, con la idea de que lo que hago no sirve para nada. ..

Pero no sé, después de Pentecostés quiero abrir la puerta al Espíritu, que me renueve por dentro, que riegue mi tierra seca, que me ilumine como dice el Salmo y me haga reconocer todo el bien que ha hecho en mí y todo el bien que yo hago aunque no diga nada. El testimonio de la presencia, de la coherencia de vida, de la fidelidad, de la alegría…aun con todos nuestros fallos tiene que animarnos a no hacer mudanza en tiempos de desolación. En esta campaña de la visitación tenemos que dejar de mirarnos el ombligo, de darnos tantas vueltas y poner los ojos en los demás. Salir impulsados como María a buscar que puedo hacer por el otro. Repetir con el salmo cuando he quedado defraudado por Ti. Parece que Jesús nos dice con el evangelio, no os habéis enterado de nada, Yo he resucitado, soy un Dios de vivos, en Mí tenéis que poner vuestra esperanza. La lógica de Dios no es como la nuestra, ni está basada en la lógica de cálculos como el de los saduceos, Dios rompe con toda lógica humana, su misericordia es infinita, nos renueva por dentro y nos impulsa a grandes ideales en cuanto le dejamos entrar. Pidamos nos haga humildes y que nos abramos a su Espíritu, lo demás nos vendrá por añadidura.

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