En las “Semblanzas” que el padre
Morales escribe sobre diferentes testigos de Cristo, el 6 de junio nos propone
a san Norberto, obispo y monje, y a san Marcelino Champagnat, sacerdote y
fundador.
De este segundo, nos cuenta cómo
nació en plena ebullición francesa; con tan sólo dieciséis años, toma la
decisión de hacerse sacerdote e inmediatamente entra en el seminario. Su vida
está marcada por las dificultades: primero para sacar sus estudios adelante,
luego contrariedades y persecuciones nada más comenzar su fundación, y más
adelante, cuando aún quedan muchas tareas por cerrar, enferma gravemente; pero
hay varias características de su carácter que le hacen seguir adelante y
firmemente unido a Dios: su voluntad tenaz y haber aprendido a saber renunciar,
la superación, la humidad, la vida de fe; sellaba la obra de Dios con gran amor
fraterno, que hacía que los vivían junto a él se sintieran en un verdadero
paraíso.
Podemos pedir hoy al Señor que nos
refuerce estos aspectos positivos que santificaron la vida de san Marcelino
Champagnat, y que nos ayuden a hacer la voluntad de Dios, a hablar de Él con el
ejemplo de nuestra vida y a conocer más los sentimientos de su corazón.
Preguntémosle también qué aspectos de nuestra forma de ser quiere que mejoremos
o potenciemos.