Este domingo del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, hace
años, lo celebrábamos el Jueves
del Corpus Christi. Quizás hayamos participado en nuestras ciudades o pueblos
en esta magnífica procesión llena de fervor y alegría y nos uníamos a las
canciones populares como: “Cantemos
al Amor de los amores, Dios está aquí…”
Hoy es un
día de acción de gracias en el Movimiento de Santa María y lo queremos celebrar
todos unidos, cantando al Amor
de los Amores, porque Dios está aquí entre nosotros…
Aprovechemos
esta fiesta para vivirla unidos y en familia.
Hoy nos
encontramos con el texto del evangelio de san Juan que escandaliza. No es una
parábola, no es una comparación, como cuando dice el Señor: “El reino de Dios se parece…” Pues el reino de Dios es Él mismo.
En esta ocasión, Jesús se define a sí mismo, se identifica como: “Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que
yo daré es mi carne para la vida del mundo”.Disputaban los judíos entre sí:
“¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: si
no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros…”
La
Eucaristía, Jesús presente en el sagrario bajo las especies sacramentales de
pan y de vino, nos habla de la Vida. Es una vida viva, tan viva que a
todos los que nos acercamos a ella y mucho más si la comemos, nos transforma en
vida para las personas que viven con nosotros o nos tropezamos con ellas en la
profesión, en la universidad, por la calle… El mundo tendrá más vida en la
medida que aumenten las personas que se dejen transformar por la Eucaristía.
Que se conviertan en “sagrarios” vivientes.
Multitud de
conversiones de estos últimos siglos se han fraguado al calor o bajo la mirada
de Jesús Eucaristía. A nosotros se nos pide muy poco. Acercarnos y ponernos a tiro, bajo
su mirada. Hasta que se
encuentren las dos miradas. Todo lo demás depende del Señor. No es tan difícil
mirar sin pestañear unos minutos a Jesús Eucaristía oculto en el sagrario. ¡Haz
la prueba!
¿Dedico
algunos minutos cuando llega el fin de semana, o al caer el día para estar
junto a Él en un sagrario solitario para escuchar y hablarle en medio del
silencio?
Nos unimos
en este día a la oración universal de la Iglesia:
Unidos en
un mismo Pan y en un mismo Vino, oremos a Jesús, que ha querido quedarse
sacramentalmente entre nosotros y digámosle: Te
o pedimos, Señor
- Para que el Cuerpo y la sangre de Cristo sean alimento y
bebida para todos los hombres y mujeres que tienen hambre y sed de Dios”. Oremos.
- Para que el Cuerpo de Señor, que hoy recorre las calles de
nuestros pueblos y ciudades, transforme a su paso los corazones”. Oremos.