14 junio 2017. Miércoles de la X semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. “Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! (2 Cor, 3).
Siempre me encantó la pintura barroca como Murillo o Velázquez que transfiguran la realidad, eternizan el momento fugaz que parece escaparse a través de la belleza. De este modo, escenas tan cotidianas como la vieja friendo un huevo o los niños comiendo melón quedan sublimadas por la mirada contemplativa y destreza del artista. Si miramos con los ojos de Cristo, si amamos con su espíritu tendremos paz y seguridad, todo lo transitorio se convertirá en gozo de eternidad y de cielo.
2. “Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo”. (Salmo 99)
Sí, ensalcemos al Señor, como Moisés y Aarón, Samuel, David… Él “les hablaba desde la columna de nube; ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado”.
Nuestro “santo Monte”, nuestra “columna” es la oración para la que tomamos estos puntos. Y nada ni nadie tan importante como Él, escuchemos su voz, confiémosle nuestras penas, nuestros logros. Él es santo, y nosotros lo “somos” ontológicamente, por vocación, y por misión: “sed santos como vuestro Padre es santo”.
3. “Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento […] el que los cumpla (los mandamientos) y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.» (Mt 5, 17)
Os comparto un bello texto de R. Cantalamesa, en Un himno de silencio-Meditaciones sobre el Padre: “En el Nuevo Testamento se alternan dos verbos al hablar de santidad, uno en indicativo y el otro en imperativo: ´Sois santos`, `Sed santos”. Los cristianos están santificados y han de santificarse” p.33. “Si estamos llamados a ser santos, si somos santos por vocación, es evidente que seremos verdaderas  personas, que nos sentiremos realizados, en la medida en que seamos santos. En caso contrario, seremos unos fracasados” (p.34).
Seremos santos si hacemos de nuestra vida una “salmodia callada”,  viviendo lo que somos, sin dejar trecho del dicho al hecho, “observando” sus preceptos, si vivimos el estilo campamental de nuestra Campaña de la Visitación, el veraneo de Santa María, subiendo a la cumbre, en olvido de sí: guerra a la pereza, eligiendo siempre lo peor, sin ninguna queja, con la sonrisa en los labios, como María.

Te invito a cantar un “santo”, el que más te guste…y ¡ojo! ten cuidado al llegar a “llenos están el Cielo y la Tierra de TU GLORIA”, porque estás cara a cara con Él, si dices “su gloria” no pasa de ser un relato, la liturgia, la oración son mucho más que una representación teatral, son un encuentro vivo, real, con el Santo, Cristo, el Dios humanado, el Hombre Dios, Hijo Amado del Padre, mi Hermano, el fruto bendito de nuestra Madre Santa María.

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