12 junio 2017. Lunes de la X semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Ayer hemos celebrado el domingo de la Santísima Trinidad, es la primera solemnidad del tiempo ordinario después de Pascua. El jueves pasado celebrábamos la fiesta de Jesucristo sacerdote y sucesivamente celebraremos la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor y del Corazón de Jesús. En todas estas celebraciones volvemos la mirada al misterio pascual de Cristo de una forma completa, como haciendo síntesis, mientras que en el tiempo anterior lo hemos hecho de forma sucesiva.
Durante las lecturas del tiempo pascual Cristo nos ha ido llevando como de la mano a la intimidad del misterio de Dios y su designio de amor y misericordia para con nosotros; sobre todo mediante el evangelio según san Juan. Ahora realizado ese itinerario gustamos el misterio mediante estas celebraciones postpascuales.
Tenemos presente los misterios de nuestra salvación y así afrontamos la lectura de cada pasaje de la Biblia y hoy el comienzo de la carta a los corintios y del sermón de la montaña. “¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo!” lo podemos afirmar nosotros a la luz de la historia de la salvación y en medio de nuestras dificultades acogernos al misterio pascual de Cristo como Pablo lo hace e invita a sus discípulos de Corintio a hacerlo.
“Gustad y ved qué bueno es el Señor”. Él nos acoge y nos llena de esperanza en que tiene designios de misericordia y cumple sus promesas. El evangelio está lleno de bienaventuranzas pero en el comienzo del sermón de la montaña se concentran como pregón del advenimiento del Reinado de Dios. Vivir las bienaventuranzas es vivir como Jesús, su misterio pascual que conduce a la realización definitiva; lo han vivido los santos que son los que más han contribuido a hacer un mundo mejor.

Pidamos en este día asemejarnos a Jesucristo al afrontar las circunstancias de nuestra vida y así alcanzar sus promesas y “ver a Dios”.

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