Para comenzar nuestra oración nos
ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que
nos ilumine y nos ayude a seguir creciendo en esta relación de amistad que es
la oración.
Yo siempre he tenido mucha curiosidad
por todo y muchas veces sobre las personas, el ser humano en general. Es muy
curioso ver cómo somos, todos de la misma especie, pero todos distintos,
capaces de lo mejor y de lo peor. Y sobre todo somos así gracias a Dios que nos
creó de esta manera.
Las lecturas de hoy nos hablan
justamente de eso de cómo somos, de como soy. En la primera lectura, se nos
narra el desenlace del pecado de David y como se acaba dando cuenta y
arrepintiendo de lo que hizo. Este pasaje muestra muy bien lo miserables que
podemos llegar a ser, que vemos y condenamos estupendamente todo lo que hace el
resto, pero nos cuesta horrores admitir nuestros fallos, tanto que a veces nos
los tienen que echar en cara como a David. ¿Cómo llevo los juicios hacia los
demás? ¿Cuántas cosas digo de los demás y cuantas digo de mí mismo? ¿Soy
consciente de los pecados que cometo? ¿Me confieso?
Por otro lado, el evangelio sigue esta
línea de describir a la humanidad, pero aquí juega con dos aspectos. El primero
la duda, la falta de confianza, falta de fe de los apóstoles y de nosotros
mismos muchas veces. Como decía antes el hombre es capaz de muchas cosas buenas
y malas, pero cuando se siente indefenso, duda y no tiene por qué ser
justamente ante una tempestad como en este pasaje. En segundo lugar, resalta la
humanidad de Jesús, un Dios que se hace hombre de verdad, que hace lo mismo que
todos, monta en barca, duerme, descansa… Y todo eso para estar más cerca de
nosotros, para acompañarnos en todo. ¿Cómo afronto mis momentos de duda?
¿Confío o grito? ¿Tengo presente que Jesús va siempre en mi barca, aunque
algunas veces esté dormido?
Para acabar nuestro rato de oración
simplemente aprovechar para dejar todas vuestras inquietudes en la Virgen, que
nunca se cansa de acogernos, escucharnos y darnos el abrazo que a veces nos
falta para seguir avanzando. No acabéis vuestra oración sin reservarle un rato
a ella.