Nos disponemos por medio de una oración
preparatoria.
Nos encontramos todavía en el tiempo de
navidad, tiempo de paz y de amor en que celebramos la venida del hijo de Dios
Jesucristo, luz del mundo, Dios verdadero. Y convendría que reflexionemos como
estamos viviendo este tiempo. Si estamos dejándonos iluminar plenamente por la
luz de amor y verdad de Jesús niño que se nos da en brazos de la Virgen para
que lo acojamos con todo nuestro amor a pesar de nuestras limitaciones y
fallos.
Sigamos dejando que Jesús niño nazca y
viva plenamente en nuestro corazón para que seamos hijos pequeños en el Hijo,
en brazos de Nuestra Madre que nos cuida y ama como al mismo Jesús Niño.
Que no nos dejemos engañar como nos lo
recuerda San Pablo, si realmente hemos nacido de Dios practicando el amor y la
misericordia con el prójimo como Jesús que viene a nuestro encuentro en este
tiempo de navidad; entonces reconocerán todos que somos hijos de Dios y no del
diablo. Por eso estemos atentos y en cada instante de nuestra vida seamos
siempre hijos de Dios y no del enemigo cada vez que pecamos.
La victoria sobre la muerte y el pecado
es de Nuestro Dios, simplemente tenemos que seguir a Jesús; tantas veces como
nos lo recuerdan los que, como Juan el bautista, nos dicen: «Éste es el
Cordero de Dios.»
Oigámosle; preguntémosle donde vive y
sigámosle.
Un coloquio con María Nuestra Madre.
¡Madre de Jesús Niño! ¡Tus ojos para
verle!, ¡tus oídos para escucharle!, ¡tu corazón para amarle y seguirle
siempre! Amén.
¡Jesús niño que estás en el pesebre con
María y José! ¡Que te mire! ¡Que te conozca! ¡Que te ame! ¡Que te viva!
Amén.