Después de las grandes fiestas, la
intensidad de afectos y celebraciones propias del tiempo de Navidad, las luces
de las calles se apagan, los turrones se acaban, y el champán deja de
brindarse. La vajilla de gala deja paso a los platos cotidianos. Las mesas
repletas, vuelven a ser sustituidas por las bandejas de comedor, el menú rápido
del McDonald’s. Las sobremesas familiares se recuerdan en medio de la prisa, y
del día a día. La petición de la oración de hoy es: que tu luz ilumine
nuestra cotidianidad.
Y para colmo, esta misma semana,
sufrimos (comprando) el Blue Monday.
¿A un cristiano le puede dar también el
bajón? Claro que sí. Quizá a nosotros mismos nos haya ocurrido…
Y es que el ser humano no puede colmar
los anhelos de su corazón con dulces y regalos. Sólo Otro puede hacerlo. Y todo
sea dicho, no lo hará como esperamos que lo haga… Lo hará a su forma,
vaciándonos de lo que es “demasiado nuestro”. En la vida del ser humano, o
triunfa Cristo, o fracasa el hombre.
Las lecturas de este domingo son de una
riqueza inexplorable. Te invito a detenerte en la que más necesites:
· Si estás en una gran oscuridad:
o 1ª lectura:
El pueblo que caminaba en tinieblas vio
una luz grande; habitaba en tierra y de sombras de muerte, y una luz les
brilló. […]
· Si la inquietud reina en tu interior:
o Salmo:
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré? […]
¿a quién temeré? […]
· Si experimentas la división exterior o interior. O quizá si ves tu vida
insípida, sin dar fruto:
o 2ª lectura:
[…] no me envió Cristo a bautizar, sino
a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz
la cruz de Cristo.
· Si te has ido descuidando espiritualmente:
o Evangelio (1ª parte):
«Convertíos, porque está cerca el reino
de los cielos». […]
· Si el Señor suave pero contundentemente te viene llamando a su intimidad:
o Evangelio (2ª parte):
«Venid en pos de mí y os haré pescadores
de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. […]
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. […]
A aquellos judíos, cada palabra de Jesús
les impresionaría, la escucharían con novedad. Pero ¿qué le puede decir un
hombre o una mujer del siglo XXI palabras ya oídas otras ocasiones de un
personaje del pasado? Ojalá nos coloquemos sin reservas ante su Palabra hoy,
expuestos, dispuestos a descubrir a qué nos llamas
Señor, que nuestra relación Contigo sea
viva, que te descubramos vivo, que recibamos tu Palabra hoy como viva y eficaz.
Que entremos en Ella, que dejemos que entre en nosotros. Que no nos quedemos en
el exterior de la misma. Allí donde encuentre materia de la que hablar
íntimamente Contigo, detenerme, rumiarla, dejarla que caiga sobre mi vida como
un calabobos, sin forzarla, acogiéndola con gratitud. Descubriéndote vivo en
Ella.
Terminar con el examen de la oración:
¿dónde me esperabas, Señor?