1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la
presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente
la oración preparatoria de Ejercicios (EE 46): “Señor, que todas
mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y
alabanza de tu divina majestad.”
2. Petición. Pedimos por nuestros compañeros de trabajo, amigos, vecinos,
etc. que no conocen a Dios y para los que no tiene importancia en sus vidas,
para que sientan el gozo de la libertad que nos trae el evangelio.
3. Puntos para orar: La lectura del evangelio nos muestra la vocación del
apóstol Mateo. Un publicano, un pecador público es elegido por Jesús para
seguirle y ser uno de Los Doce. Y la gente bienpensante de entonces se
escandaliza de que Jesús se mezcle con gente de mala fama. Jesús no se deja
llevar por el qué dirán, sino que va director a hacer la voluntad del Padre,
que es salvar a los hombres. Y es que no ha venido para llamar a los justos
sino a los pecadores. Y no rehúye las críticas de los fariseos, sino que
defiende y acoge a los que son excluidos. Y los fariseos intentaron destruir la
reputación del Señor llamándolo "amigo de publicanos y pecadores" (Mt
11:19). Pero lo que ellos querían designar como una injuria ha venido a ser una
de las razones por las que nos unimos más al Señor: él ha venido como médico
para sanar a los enfermos, para buscar lo que estaba perdido. Y esto nos llena
de confianza en Jesús que no solo no hace caso a los fariseos, sino que
defiende de sus críticas a los pecadores. Nadie ante Jesús se puede sentir
excluido. Pensar en el rato de oración qué sería lo que atrajo a Leví de Jesús
para dejarlo todo cuando le llamó. Seguramente le habría visto en Cafarnaúm
hacer milagros de curación y predicar a las multitudes mientras él estaba a la
mesa de sus impuestos. No es probable que fuera amigo de Pedro ni de Andrés ni
de Juan, pues eran fieles cumplidores de la ley y en el ambiente no estaba bien
visto juntarse con esa gentuza de los publicanos. Pensar que le pudo llamar la
atención a Leví de la figura, de las obras o de la enseñanza de Jesús Quizá no
se hubiera atrevido a seguirle si Jesús no le hubiera llamado, aunque ardía su
corazón al verle pasar. Y era un buen negociante que no desperdicia las
ocasiones. E hizo un buen negocio para toda su vida al levantarse a la primera
cuando Jesús le llamó aquel día que estaba al mostrador de los impuestos.
Roguemos al dueño de la mies que llame a muchos operarios a su mies, pues él
sabe dónde llamarlos y lo que hay y lo que se mueve en el corazón de cada
hombre.
4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen
Inmaculada. Avemaría o Salve.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración.
Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver
sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado
más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir
perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.