5 enero 2020. Domingo II después de Navidad (Ciclo A) – Puntos de oración


Podemos empezar nuestra oración pidiendo el don de ver, con la “vista imaginativa”, al niño-Dios en su pesebre de Belén. Mientras preparaba estos puntos, he leído el evangelio de Juan y me imaginaba hacerlo mirando la carita del niño del pesebre. Paz y consuelo, se reciben al saborear que En el principio estaba el Verbo y mirar al Verbo, que es ese niño que te devuelve la mirada. Es tan pequeñito, que apenas abre los ojos.
Ese principio no es el inicio de la creación, es la eternidad de Dios, nos explica Benedicto XVI en Verbum Domini. Luego ese niño indefenso, tiene en su interior al que ha existido desde siempre. ¿Puede haber mayor manifestación del amor de un Padre buscando el cariño de su criatura, una criatura que existe gratuitamente por expresión del amor de Dios?
Demandaremos conoscimiento interno (Ej.104), como nos enseña s. Ignacio, para entender la escena que tenemos delante. Ese tipo de conocimiento que va más allá de los datos es el que nos trasmite el buen espíritu con sus mociones, en nuestro interior. Nos introduciremos en esa cueva de Belén, donde se ha encarnado la Palabra, con todo acatamiento y reverencia posible (Ej.114). Intentaremos traer los cinco sentidos (Ej.121) para no perder detalle del momento único que estamos reviviendo.
Pediremos la gracia de recordar que el hombre es creado (Ej.23), sentiremos nuestra pequeñez, nuestras manos vacías que nada tienen que ofrecer al niño. Pediremos crescido y interno dolor y lágrimas (Ej.55), por nuestro olvido, nuestra indiferencia y nuestra soberbia, ante un Dios, Padre Todopoderoso, que se hace niño para acercarse a nosotros.
La Virgen con su mirada nos dirá: todos los bienes y dones descienden de arriba (Ej.237). Nos sentimos necesitados de volver a demandar conocimiento interno esta vez por tanto bien recibido (Ej.233). Si entendemos la escena, no nos quedará otra opción que ofrecer todo mi querer y libertad (Ej.5). Finalmente caeremos en la cuenta, que hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor (Ej.23).

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