15 enero 2020. Miércoles de la I semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad, dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Como siempre en su Palabra, el Señor nos manifiesta el amor infinito que nos tiene.
Las lecturas que nos ofrece hoy la Iglesia nos hablan del encuentro personal, de nuestro encuentro personal, con el Señor. El Señor viene a buscarnos y sale a nuestro encuentro. Él es el que tiene la iniciativa. La primera lectura, del libro del profeta Samuel, nos relata el encuentro del joven Samuel con Dios. Para poder escuchar a Dios, para saber cómo rezar y para saber qué quiere de nosotros, hay que aprender. Y, además, hay personas como los sacerdotes que nos pueden ayudar. He ahí la importancia de la dirección espiritual. Samuel oía/sentía que Alguien le llamaba. Elí, sacerdote y juez de Israel, se da cuenta de que Dios es el que está llamado a Samuel y le da la clave para poder responderle. Es decir, Elí le guía y le dirige y le ayuda a descubrir el camino que Dios le ha preparado. En concreto le dice: “si te llama alguien, responde: Habla, Señor, que tu siervo te escucha”. Le da la clave para el verdadero encuentro con Dios: el abajamiento, el hacerse siervo. Al inicio del texto se nos da otra de las claves, que sin ella es difícil que venga lo demás: “Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios”. Samuel se puso a tiro de Dios. Es cierto que si nos ponemos a tiro de Dios podremos encontrarnos de verdad con Él, y si no lo hacemos… difícil será. Por ello, ponte a tiro, frecuenta los Sacramentos, la oración… y verás cómo tu corazón se ensancha y se prepara bien para recibir a Dios y encontrarte con Él.
Samuel confió en Elí, y esa confianza que depositó en su director es lo que le llevó a Dios. El Salmo también nos conduce por la misma idea: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras que se extravían con engaños”. Dichoso el que pone su confianza en Dios porque será feliz. Así ha pasado con todos los santos que hemos conocido a lo largo de la historia; ninguno de ellos quedó defraudado.
El Evangelio de hoy nos cuenta la curación de la suegra de Pedro. La curación de la suegra de Pedro fue para ella un encuentro personal con el Señor. Pone la confianza en él y Jesús le sana de sus dolencias. ¿Y qué hizo Jesús para sanarla? Le cogió de la mano y la levantó. Al igual que Samuel, la suegra de Pedro se abajó, se abandonó en el Señor. Y Jesús baja y la levanta, la salva. Es también muy definitorio la manera de actuar de la suegra de Pedro después de ser sanada: “se puso a servirles”. La actitud de la humildad y del servicio es el signo de una persona que se ha encontrado con Cristo, como le pasó a la suegra de Pedro.
Para acabar nuestra oración podemos encomendarnos a la Virgen María, para que ella nos enseñe a ser humildes, a su imagen, y que nos conduzca de la mano al encuentro con su hijo.

Archivo del blog