20 enero 2020. Lunes de la II semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Después de leer la lectura del Evangelio de hoy, uno puede preguntarse: “Señor, el tiempo de ayuno, ¿Ha llegado ya?, pues el Novio vuelve a estar presente entre nosotros después de haber resucitado...”.
Jesús nos indica la respuesta con el ejemplo de los odres: los odres y el vino viejos hacen referencia a las antiguas vivencias de la Fe; y digo antiguas porque Jesús aún no formaba parte de ellas. Los odres y el vino nuevos hacen referencia a una nueva Fe construida desde el reconocimiento de Jesús cómo el Mesías qué tenía que venir.
¿Significa esto que los ayunos forman parte sólo de una tradición antigua, pasada de moda?
No, esto significa que los ayunos han de vivirse de manera distinta; no tanto como una norma estricta e impuesta sino como un acto de amor y de ofrenda generosa a Dios, donde la única ley que nos lleva a hacer ayuno es el Amor.
Jesús nos dirá en el sermón de la montaña: “No he venido a abolir [la ley], sino a dar plenitud” (Mt 5, 17)
Esta es la plenitud de la que nos habla Jesús, una ley fundada en el amor a Dios y al prójimo.
Vivamos los “ayunos”, a los que el amor a Dios nos conduce, con alegría y confianza; ofreciendo nuestras pequeñas renuncias por la santidad de la Iglesia y por la mayor gloria de Dios.

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