Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Efesios (6, 10-13. 18)
Hermanos: Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su
invencible poder. Poneos las armas que Dios da, para poder resistir a las
estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y
hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este
mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por
eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de
actuar a fondo, mantener las posiciones. Orad en toda ocasión con la ayuda del
Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
(Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11)
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al
Señor: «Tu eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
de alegría perpetua a tu derecha. R.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (19, 16-26)
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» Jesús le
contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» Él le preguntó: «¿Cuáles?»
Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás
falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti
mismo». El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?» Jesús le
contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero
a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo». Al oír
esto, el joven se fue triste, porque era rico. Jesús dijo a sus discípulos:
«Creedme: difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito:
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico
entrar en el reino de los cielos». Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
- «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo».