Os propongo una imagen y un texto para
ayudar a la oración:
La imagen es el cuadro de Caravaggio que
está en la Iglesia de Santa María del Popolo de Roma.
El texto es un fragmento de la homilía
del papa Francisco el 25 de enero de 2017:
“El encuentro con Jesús en el camino de
Damasco transformó radicalmente la vida de Pablo. A partir de entonces, el
significado de su existencia no consiste ya en confiar en sus propias fuerzas
para observar escrupulosamente la Ley, sino en la adhesión total de sí mismo al
amor gratuito e inmerecido de Dios, a Jesucristo crucificado y resucitado. De
esta manera, él advierte la irrupción de una nueva vida, la vida según el
Espíritu, en la cual, por la fuerza del Señor Resucitado, experimenta el
perdón, la confianza y el consuelo. Pablo no puede tener esta novedad sólo para
sí: la gracia lo empuja a proclamar la buena nueva del amor y de la
reconciliación que Dios ofrece plenamente a la humanidad en Cristo.
Para el Apóstol de los gentiles, la
reconciliación del hombre con Dios, de la que se convirtió en embajador (cf. 2
Co 5,20), es un don que viene de Cristo. Esto aparece claramente en el texto de
la Segunda Carta a los Corintios, del que se toma este año el tema de la Semana
de Oración por la Unidad de los Cristianos: «Reconciliación. El amor de Cristo
nos apremia» (cf. 2 Co 5,14-20). «El amor de Cristo»: no se trata de nuestro
amor por Cristo, sino del amor que Cristo tiene por nosotros. Del mismo modo,
la reconciliación a la que somos urgidos no es simplemente una iniciativa
nuestra, sino que es ante todo la reconciliación que Dios nos ofrece en
Cristo.Más que ser un esfuerzo humano de creyentes que buscan superar sus
divisiones, es un don gratuito de Dios. Como resultado de este don, la persona
perdonada y amada está llamada, a su vez, a anunciar el evangelio de la reconciliación
con palabras y obras, a vivir y dar testimonio de una existencia reconciliada.
En esta perspectiva, podemos
preguntarnos hoy: ¿Cómo anunciar el evangelio de la reconciliación después de
siglos de divisiones? Es el mismo Pablo quien nos ayuda a encontrar el camino.
Hace hincapié en que la reconciliación en Cristo no puede darse sin sacrificio.
Jesús dio su vida, muriendo por todos. Del mismo modo, los embajadores de la
reconciliación están llamados a dar la vida en su nombre, a no vivir para sí mismos,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos (cf. 2 Co 5,14-15). Como nos
enseña Jesús, sólo cuando perdemos la vida por amor a él es cuando realmente la
ganamos (cf. Lc 9,24). Es esta la revolución que Pablo vivió, y es también la
revolución cristiana de todos los tiempos: no vivir para nosotros mismos, para
nuestros intereses y beneficios personales, sino a imagen de Cristo, por él y
según él, con su amor y en su amor…
…Queridos hermanos y hermanas, nuestra
oración por la unidad de los cristianos participa en la oración que Jesús
dirigió al Padre antes de la pasión, «para que todos sean uno» (Jn 17,21). No
nos cansemos nunca de pedir a Dios este don. Con la esperanza paciente y
confiada de que el Padre concederá a todos los creyentes el bien de la plena
comunión visible, sigamos adelante en nuestro camino de reconciliación y de
diálogo, animados por el testimonio heroico de tantos hermanos y hermanas que,
tanto ayer como hoy, están unidos en el sufrimiento por el nombre Jesús.
Aprovechemos todas las oportunidades que la Providencia nos ofrece para rezar
juntos, anunciar juntos, amar y servir juntos, especialmente a los más pobres y
abandonados.”