Este día de Reyes se celebra en la
liturgia de la Iglesia como la fiesta de la Epifanía del Señor. “Epifanía”
significa “manifestación”, es decir, que algo escondido y oculto se da a
conocer y se revela. Aplicado a Jesús quiere decir que hoy el Salvador nacido
en la noche de Belén, conocido solo por los pastores, se manifiesta a los magos
venidos de oriente que representan a los pueblos gentiles y a toda la
humanidad. Jesús se revela como el Salvador universal, la luz de todas las
naciones de la tierra. Me gusta pensar que, en esta fiesta de Epifanía, la
Navidad se hace misionera, porque Jesús ha nacido para todos los hombres y
necesita misioneros, tú y yo, para llevar la buena noticia a todos los rincones
de la vida humana. Mi vida y mi palabra han de ser manifestación y testimonio
de un Dios que se ha hecho carne para salvarnos en la carne.
El evangelio nos narra cómo los Magos
llegaron a la gruta de Belén donde encontraron al Mesías con María, su madre y
le ofrecieron sus dones. Primero les guió una estrella y después las Escrituras
detallaron el lugar del nacimiento del Rey de los judíos: “Belén de Efrata”. Es
una hermosa alianza entre la creación -la estrella- y la Palabra de Dios.
¿Quiero encontrar a Jesús, el Verbo de Dios hecho carne? Lo encuentro en el
testimonio del mundo creado por Él y para Él y en el testimonio de las
Escrituras, que hablan de Cristo como la Palabra definitiva del Padre al mundo.
Vemos cómo el salmo 71 con el que hoy respondemos a la primera lectura, anuncia
al Mesías y el acontecimiento que hoy celebramos: “que se postren ante él todos
los reyes y que todos los pueblos le sirvan”. El Mesías viene a salvar la vida
de los pobres, a traer la paz a la tierra.
“Abriendo sus cofres, le ofrecieron
regalos”. Hoy es un día de recibir regalos y de darlos, siguiendo la tradición
de los Reyes que ofrecieron regalos al Mesías. Así que no puedo dejar de
regalarle algo al Niño Dios. El oro representa el amor de nuestros corazones,
el incienso, nuestra adoración y la mirra nuestros sacrificios. El mejor regalo
que podemos hacerle hoy es nuestro deseo de ser evangelizadores, de llevar la buena
noticia de que tenemos un Salvador a todos aquellos que lo necesitan. Una
preciosa forma de terminar este día la oración es hablarle a Jesús de todos
aquellos a los que quiero anunciarle, llevarle en este nuevo año que
comenzamos. Que sea un año misionero, lleno de grandes deseos de evangelizar
mis ambientes.