Para comenzar nuestra oración nos
ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que
nos ilumine y nos ayude a seguir creciendo en esta relación de amistad que es
la oración. Hoy especialmente le pedimos que nos ilumine con la luz y la
alegría de la pascua.
Hoy las lecturas nos invitan a
reencontrarnos con el Señor, redescubrirle y dejarle que vuelva a vivir en
nosotros. Para ello primero escuchar, estar atentos y dejarle que él nos hable,
muchas veces en el silencio y pocas directamente como a san Pablo, pero estar
en escucha activa porque el Señor nos habla. Segundo, confiar a pesar de las
dudas o de no verlo claro, tanto Ananías (creyente) como Saulo (perseguidor),
no estaban seguros de lo que estaban sucediendo y tenían sus miedos, pero se
dejaron hacer y confiaron en la palabra escuchada.
Para por llevar a cabo esto, Jesús mismo
nos da la clave: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él.” ¿De Quién me alimento? ¿De Quién brota mi confianza? Qué importante
cuidar el alimento espiritual ahora que los sacramentos son menos accesibles.
Qué necesario que Él viva en nosotros, ahora más que nunca. Dejemos que
entre, que nos invada y nos llene de luz, desde lo más profundo de nuestro
interior hasta afuera.
Escuchar, confiar y dejar que Él viva en
su interior. Tres acciones que podrían resumir la vida de la Virgen María. Qué
acciones más acertadas para empezar el mes de mayo. Pongamos en ella nuestros
deseos de crecer en estos aspectos, de imitarla, y dejemos que ella nos abrace
y nos guie.
Finalmente, compartir con Ella nuestras
inquietudes de la oración, nuestros de deseos y propósitos para este mes o
simplemente nuestro afecto, con toda nuestra confianza.