14 abril 2020. Martes de la Octava de Pascua – Puntos de oración


La palabra de Dios es la sustancia vital de nuestra alma; la alimenta, la cuida y la gobierna y no hay otra cosa, a excepción de la palabra de Dios, que pueda hacer vivir el alma del hombre (San Ambrosio)
El núcleo y la novedad del cristianismo frente a las religiones de la antigüedad está en la gratuidad de amor divino: Dios nos ama no porque seamos buenos, sino porque él es bueno, es más nos quiere sabiendo que no tenemos méritos para ser amados. Este querer en principio es maravilloso, cuesta muchísimo creerlo: a nosotros y a cuantos nos han precedido. Parece como si de algún modo quisiéramos tener justificado el que nos quieran.
Pasa por mi vida; ¿me doy cuenta? Puesto que Cristo ha resucitado, creemos en la vida, ¡para siempre!
Alabando. La espiritualidad pascual de muerte y vida, de humillación y de glorificación, de cruz y de esperanza nos hace realistas y humildes en nuestro servicio, a la vez que nos hace fuertes, pacientes inconmoviblemente firmes en la esperanza.
Sencillamente me dejo llevar por la sed de lo auténtico y no darme por vencido ni encerrarme en la oscuridad de mí mismo o del mundo.
Cantando ‘Gloria, Aleluya. Este es el día que hizo el Señor sea nuestra alegría y nuestro gozo’. La cruz representa todo aquello que atraviesa nuestra vida. Todo fracaso esconde en su interior la posibilidad de la resurrección.
Unidos en estos momentos de dolor, un resucitado se presenta con las llagas del Crucificado. Allí en el cenáculo, Jesús muestra a sus discípulos sus heridas
Alégrate, el Señor ha Resucitado, está a tu lado.
La misericordia del Señor llena la tierra, nos dice el salmo. ¿Cómo hemos experimentado la misericordia en Cuaresma y durante este tiempo que llevamos viviendo el confinamiento?
Como decía un pensador español: “Hay que quererse mucho y gustarse poco”. Es decir, tenemos que aceptar quiénes somos y querernos como tales: somos únicos e irrepetibles en la historia del universo. Pero gustarse poco porque somos limitados, tenemos que aspirar a crecer tanto moral como intelectualmente, y espiritualmente, a ser mejores personas cada día sabiendo perdonarnos.
En el evangelio de hoy la figura de María Magdalena era incapaz de reconocer al Señor muy cercano de ella; estaba vivo, y era necesario reconocerlo en el jardinero, en el compañero de trabajo, en el pobre que pasa junto a ti, en el anciano, en el joven sin empleo… Se presenta inesperadamente, el Resucitado viene a visitarnos. Dios, en Jesús resucitado, ha salido a nuestro encuentro, está entre nosotros, y ahora somos nosotros los que hemos de encontrarlo, verlo, tocarlo, escucharlo.
Hacer una reflexión al final de la oración. ¿Qué implicaciones tiene para mi vida que Cristo haya resucitado? ¿Qué temores me disipa el Resucitado? ¿Qué esperanza me suscita? ¿Qué signos de resurrección veo hoy en nuestro mundo, y más concretamente en mi ambiente?
Id a decir a mis hermanos... ¿A quién tenemos que comunicar hoy esta Buena Noticia? ¿De qué manera puedo hoy anunciar esta Buena noticia?
Pedirle a María que me de fuerza para verlo y amarlo en medio de esta pandemia.
El mundo será de quien ame más y lo demuestre mejor.

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