25 abril 2020. San Marcos evangelista – Puntos de oración


Oración preparatoria: ¡que sigamos fielmente las huellas de Cristo!
Esta frase está tomada de la oración correspondiente al día de hoy, fiesta del evangelista San Marcos. Ella por si sola nos ofrece una hermosa y completa oración. Recordemos a San Ignacio de Loyola que quiso peregrinar a tierra santa para pisar las mismas huellas de Cristo, pero que aprendió allí que el seguimiento de Jesús es mucho más, es otra cosa. Es conocer a Jesús, para más amarle y más seguirle y llegar a decir con Ignacio, con los santos, con San Marcos, ¡en todo amar y servir!
El seguimiento de Cristo tiene muchos aspectos, la primera lectura de hoy nos los ofrece: Tener sentimientos de humildad; descargar en el Señor todos los afanes; Ser sobrios etc… pero me ha llamado la atención, por su actualidad, esta expresión: al diablo, resistidles firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por sufrimientos. Es la actualidad, arrastrada desde el siglo primero, y siempre presente en el cristianismo, de la persecución por el nombre de Cristo. Y ante tanto cristiano perseguido. ¿Qué hacemos? Ante tantos llamamientos a la oración por ellos, ¿Los secundamos? Y, sobre todo, ¿vivimos nuestra fe desde esta perspectiva de comunión? Otros necesitan nuestra fortaleza.
¡Id y proclamad! Nos manda el evangelio.  De nuevo, en la oración de este día, dar gracias porque el anuncio del evangelio ha llegado hasta nosotros. Mirar las personas y los hechos por quienes Cristo entró en nuestra vida, y dar gracias. Y a la vez pedir al Señor convertirnos nosotros en anunciadores del evangelio.
La Pascua tiene que estar revitalizando en nosotros el sentirnos enviados. Nuestro mundo, pero también los más cercanos, nuestros amigos, quizás nuestra familia necesita encontrarse con el evangelio en sus vidas. ¿Y si solo estuvieras tú para contárselo? No desperdicies ninguna ocasión para anunciarlo en este día.
Hay muchas maneras de hacerlo, no se trata de grandes ni muchos sermones. Basta con una mirada, un abrazo, una palabra, una oración. Piensa al comienzo del día… ¿A quién me envías hoy? Y estate atento a cómo eres cooperador/colaborador de Dios.

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