Lunes Santo – Puntos de oración


Ya estamos en los primeros días de esta Semana Santa única, llena de silencio en los templos y en las calles, pero llena de vida en nuestras casas convertidas en verdadera Iglesia doméstica. La escena que narra el evangelio, la unción de Betania sucedió en una casa familiar, la de Lázaro, Marta y María. El Señor fue ungido con perfume de nardo, y “la casa se llenó de la fragancia del perfume”. Son días para acompañar a Jesús en su Pasión, en sus sufrimientos por nosotros y también para dejarnos acompañar por él, si en nuestros hogares hay sufrimientos, preocupaciones, tristezas… Él las ha pasado primero por nosotros para enseñarnos a llevarlas con paz y esperanza.
Me pregunto cómo podemos ungir a Jesús con perfume en nuestros hogares para que la fragancia de su amor inunde todos los rincones de nuestra casa y de nuestros corazones. En la familia de Betania, cada uno ocupa un lugar: Marta, cómo no, sirve; Lázaro, restablecido de su enfermedad, está a la mesa con Jesús; María, seducida por la Palabra del Maestro y siempre creativa, entrega su perfume más caro para ungir a Jesús, amenazado de muerte, que días antes, había dicho: Yo soy la resurrección y la vida.
¿Cómo podemos imitarles? Puedo parecerme a Marta, y multiplicar detalles de servicialidad y de entrega a los míos para que en mi familia reine un ambiente de alegría y de serenidad. También, puedo hacer algo por los que sufren pues “a los pobres les tenéis siempre con vosotros”: una llamada o un mensaje a quien está solo, un donativo on-line a los que ayudan a los necesitados… Otras veces, seré Lázaro y me sentaré junto a Jesús en la mesa: participando en familia en la misa y en los Oficios de Semana Santa a través de las redes y con la comunión espiritual anhelando recibirle pronto. Y, ¿cómo puedo ser María de Betania? Ese perfume “lo tenía guardado para el día de mi sepultura”, dice Jesús. Pregúntate: ¿qué tienes tú reservado para Jesús, para el día en que da la vida por ti en la cruz? ¿Cómo le voy a expresar mi gratitud cuando me ame hasta el extremo de derramar su sangre por mí? Ahí queda la pregunta para que respondamos desde el amor agradecido, porque amor con amor se paga… Un santo que bien conocemos, ante la cruz donde Jesús “de Creador se hizo hombre y de Gloria eterna vino a muerte temporal”, se preguntaba: “¿Qué he hecho por Cristo? ¿qué hago por Cristo? ¿qué debo hacer por Cristo?”.
María, Madre de nuestras Iglesias domésticas, intercede por nosotros, para que la fragancia del Amor de Cristo llene nuestras familias en esta Semana Santa.

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