28 abril 2020. Martes de la III semana de Pascua – Puntos de oración


Para nuestra oración en Pascua, la liturgia nos ofrece testimonios de personas que han sido transformadas, por el espíritu y la persona de Jesús resucitado. Es el caso de un relato fuerte, el del martirio de S. Esteban. Y, parece que contrasta con el evangelio, que habla de Jesús como alimento. Sin embargo, a través de la oración, podemos descubrir las fuertes conexiones entre uno y otro relato.
Podemos hacer una composición de lugar viendo a Esteban cómo conoce a Jesús, y como a partir de ahí, enamorado del Hijo de Dios, lo vive como alimento y bebida de su alma. Y cumple su misión de anunciar la verdad, con alegría, pero con firmeza.
Pues sólo desde esa “saturación” espiritual, desde ese estar invadido de Espíritu Santo, podremos entender la valentía y arrojo de Esteban para denunciar la dureza del corazón; la fortaleza para imputarles la traición y asesinato de Jesús. Es que S. Esteban, puede decir con el salmo: Yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Los momentos finales de su vida, tienen fuertes paralelismos con la pasión de Jesús, su maestro y señor. Arranca con “un Tabor”, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. A Él se dirige, «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Implora el perdón para sus asesinos, «Señor, no les tengas en cuenta este pecado».
Pedimos a la Madre de la Pascua, que nos dé el verdadero pan del Cielo (su hijo) para que lleguemos a ser esa persona, ese apóstol a que estamos llamados por voluntad de Dios.

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