Para la mayoría de vosotros será
imposible, en las circunstancias en que estamos, hacer este rato de oración
delante de un sagrario; pero eso a Dios hoy no le importa. Tienes al Señor a tu
lado y te animo a sentir su presencia hoy más que nunca.
Hoy es “viernes de dolores”. Durante
esta semana de pasión nos estamos introduciendo en la semana santa y nos
disponemos a vivir la Pasión del Señor de forma única. La primera lectura, de
Jeremías, nos introduce varios siglos antes en las horas previas a la pasión.
La pandemia que estamos viviendo también nos está produciendo dolor porque se
está llevando a algunos de nuestros seres más queridos: padres y abuelos. Pero
en medio de toda esta crispación surge la figura de Cristo que nos consuela y
nos ayuda a ver estos hechos con otra perspectiva.
“En el peligro invoqué al Señor, y Él
me escuchó”.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
Torrentes destructores me aterraban,
Me envolvían las redes del abismo;
Me alcanzaban los lazos de la muerte.
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
Torrentes destructores me aterraban,
Me envolvían las redes del abismo;
Me alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor,
Grité a mi Dios:
Desde su templo Él escuchó mi voz,
Y mi grito llegó a sus oídos.
Grité a mi Dios:
Desde su templo Él escuchó mi voz,
Y mi grito llegó a sus oídos.
El salmo 17 refleja perfectamente
nuestros sentimientos de impotencia y a la vez plena confianza en Dios y pro
último en el Evangelio Jesús no se cansa de repetirnos que Él es Dios y sobre
todo que está ahí para nosotros y por nosotros.
Dios nos ha puesto precio, porque somos
preciosos a sus ojos. Tú eres la persona por la que murió en una cruz, pagó un
alto precio por ti y por mí porque somos los más apreciados a sus ojos. Cada
persona que muere en medio de esta enfermedad es preciosa a sus ojos; moriría
en la cruz todas las veces que fuera necesario. Por eso, vuélvete a Él y dile:
“yo te amo, Señor, Tu eres mi fortaleza”.
Acompaña a la Virgen en estos momentos
tan dolorosos de la pasión y muerte del Señor.