Espero que te ayuden estas
palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de
oración. Dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración
invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros
corazones el fuego de tu amor”.
Te invito a que en esta
predisposición y con la ayuda del Espíritu Santo, medites con calma la palabra
de Dios que hoy nos ofrece la Iglesia.
Quisiera proponerte que para tu
meditación de hoy contemples y te centres en una frase muy concreta que nos
dice el Señor en el Evangelio de la Misa de hoy: “el Padre mismo os quiere”.
Pase lo que pase a tu alrededor, el dolor, el sufrimiento, … debes saber una
cosa y bien clara: el Padre te quiere. El mismo Dios te quiere con infinita
misericordia. Ha entregado a su Hijo por ti, para salvarte. Él no te abandona,
te acompaña cada segundo, te protege, te ama. Te invito a repasar todos los
eventos que están pasando ahora mismo en tu vida y a tu alrededor; y míralos
desde ese punto de vista: El Padre mismo te quiere. Él te ha pensado desde la
eternidad como su hijo querido y deseado.
Para terminar este rato de oración te animo a que te encomiendes a nuestra Madre. Madre intercede por nosotros para que confiemos en tu Hijo. Ayúdanos a amar al Padre cada día más.