31 mayo 2021, lunes de la 9ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12, 9-16b)

Hermanos:

Que vuestra caridad no sea un fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.

Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.

Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.

Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.

Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.

Salmo Responsorial
Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6
R. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Señor y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
R.

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».
R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 39-56)

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. 

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