21 mayo 2021, viernes de la 7ª semana de Pascua. Puntos de oración

Muy cerquita de la Virgen nos adentramos en la oración pidiendo el don del Espíritu Santo. Cada momento de oración es un nuevo Pentecostés. Él quiere hacer de mí su templo. ¡Esto sí que es de locos! ¡Que mi corazón exulte de gozo!

En Hechos vemos que el evangelio, que ha comenzado en la oscuridad de unas provincias lejanas, va acercándose a Roma, pero, por torcidos caminos, ¡a través de un cautivo! ¿Me sorprende cómo va llevando el Señor mi vida, cómo va acercándose a mí?

De nuevo, en plena pandemia también, en medio de las grandes crisis de la humanidad y las de nuestra tierra, anunciamos que “un tal Jesús, que murió, del cual Pablo afirma que está vivo”. En efecto, esto es lo esencial: «un tal Jesús». Entonces y hoy, escepticismo, despreocupación…

Para mi es el centro: Jesús es el «viviente», compañero de ruta, razón de vivir. Creo que Tú me hablas, que tienes algo que decirme hoy.

Condúcenos y condúceme, Señor, donde Tú quieres, y ayúdanos para que nos dejemos conducir. Ayúdanos también a vivir en tu presencia. Y a responder a tu pregunta: ¿me amas más que éstos? Te escucho en el silencio; esperas mi respuesta. No puedo refugiarme en la respuesta de los demás. ¡Tú sabes que yo te amo! Lo repito cada día, Él me repite cada día: Apacienta mis corderos. Yo soy misión.

Este amor es la fuente de un lanzamiento hacia los demás, de un apostolado intrépido y creativo. Puesto que amas a Dios, sé responsable de los demás.

El primado de Pedro, su responsabilidad sobre sus hermanos, es una carga que Cristo le confió, y que se apoya en una "profesión de amor": Tu profesión es el amor, allí donde estés.

Yo te ofrezco, Señor, todas mis luchas y limitaciones del día de hoy... por medio de María, la madrecita del cielo. 

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