Hoy 24 de mayo de 2021 la Iglesia celebra la memoria de la Santísima
Virgen María Madre de la Iglesia, cuya fecha fue establecida el lunes siguiente
a Pentecostés.
El Vaticano
estableció la memoria a través de un Decreto de la Congregación para el Culto
Divino firmado el 11 de febrero de 2018. El documento sostiene que el Papa
Francisco “consideró
atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido
materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así
como la genuina piedad mariana”.
En el decreto, la
misma Congregación señala que “esta
celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana,
debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el
banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los
redimidos” (…) “La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia
en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y
su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen
María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”.
Como explicó el
Cardenal Sarah en el comentario al decreto, las Conferencias Episcopales
tendrán que aprobar la traducción de los textos y, después de ser confirmados,
publicarlos en los libros litúrgicos de su jurisdicción.
El motivo de la
celebración se describe brevemente en el mismo decreto, destacando cómo el sentir del pueblo
cristiano, en los dos mil años de historia, había acogido el vínculo filial que
une estrechamente a los discípulos de Cristo con su Santísima Madre.
Explica el
Prefecto de la Congregación que el
agua y la sangre que brotaron del corazón de Cristo en la cruz, signo de la
totalidad de su ofrenda redentora, continúan sacramentalmente dando vida a la
Iglesia mediante el Bautismo y la Eucaristía. María santísima tiene que
realizar su misión materna en esta admirable comunión, que se ha de potenciar
siempre entre el Redentor y los redimidos.
En una de sus
columnas semanales, el arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, indicó que
los primeros cristianos “tenían
una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los
daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los
sacramentos”.
También en el
Nuevo Testamento “los apóstoles
a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así
nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra
familia”. “Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el
símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”, afirmó
Mons. Gomez.
En el siglo XX, el
Papa Pablo VI, dirigiéndose a los padres conciliares del Vaticano II, declaró
que María Santísima era Madre de
la Iglesia.
La memoria “Virgen María, Madre de la Iglesia” recuerda que ella es Madre
de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de
Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación.
Así lo confirmó Jesús desde la Cruz, antes de morir, al apóstol San Juan,
y el discípulo la acogió como Madre.
La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano, cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).