5 mayo 2021, miércoles de la 5ª semana de Pascua. Puntos de oración

Al iniciar la oración, demandar lo que quiero; en Pascua será aquí pedir gracia para me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor (Ej.221).

El salmo 121 nos dice: Vamos alegres a la casa del Señor. La alegría ha de ser parte de la propia espiritualidad del discípulo misionero (Gaudete et exsultate) y de la predicación que se hace (Evangelii gaudium). La alegría nos conecta con Cristo Resucitado, que ejerce el oficio de consolar (Ej.224).

De la segunda lectura, Hechos 15, 1-6. Elijo esta frase: Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. 

Los Hechos de los apóstoles nos cuentan el inicio del caminar de la Iglesia, donde se predicaba en primer lugar a los judíos y después, poco a poco, a los gentiles. Lo que se dice en estas líneas y lo que se comunica en los fragmentos siguientes, se refiere a un hecho de verdadera transcendencia para la Iglesia universal. Puede parecer que se trata de un asunto vinculado a la época, de algo lejano para nosotros. Todo lo contrario, estas controversias y las decisiones que se tomaron fijaron en forma decisiva la esencia y la estructura de la Iglesia de Cristo.  

Por otra parte, la Iglesia nos regala la lectura continuada del evangelio de san Juan, en estos días. ¡Qué importante, es estar atento a la lectura continua de un evangelio! Si leemos el evangelio por partes, hacemos como aquel que va al cine varias veces a ver una única película y solo se sienta unos minutos, ha visto trozos de la película, pero carece de la visión del conjunto, de las conexiones del guion, en definitiva, ha perdido la trama. Por eso hay que agradecer a la Iglesia, la lectura continuada de un evangelio, del de Juan ahora mismo y nosotros procurar no perder el hilo que va uniendo la narración.

El pasaje de hoy, como los de días anteriores, nos está hablando de la propia santificación (cristificación) y del fruto de la misma. Volvemos, con Francisco, a la espiritualidad del discípulo misionero (Gaudete et exsultate) y a la predicación que se hace (Evangelii gaudium).  La cristificación es el presupuesto de la misión y de la vida cristiana (cf. GE 19-21).

Nuestra espiritualidad ignaciana nos impulsa a contemplar los misterios de la vida de Cristo, mediante una determinada forma de contemplación, como si presente me hallase (Ej.114) de esta forma tan sencilla, se va produciendo esta cristificación, ese permaneced en mí y yo en vosotros (Jn 15,3). Como nos dice Francisco: En el fondo la santidad es vivir en unión con El (Cristo) los misterios de su vida (GE20), en esta frase encontramos, una vez más, a este Papa evidente discípulo de san Ignacio.

¡San José, cuida de nuestra perseverancia!

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