29 mayo 2021, sábado de la 8ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Comparto la reflexión del evangelio del día del Papa Francisco, pronunciada el 15 de diciembre de 2014 en Santa Marta, que representa un llamado a purificar nuestra intención en cada cosa de hacemos:

“Los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad realiza sus obras. Es una pregunta que demuestra el corazón hipócrita de esa gente. No les interesaba la verdad, solo buscan sus intereses y van por donde sople el viento: ‘Conviene ir aquí, conviene ir allá...’, eran veletas, todos. Sin consistencia…

Pero alguno podría decirme: ‘esa gente era observante de la ley: el sábado no caminaban más de cien metros nunca, nunca se sentaban a la mesa sin lavarse las manos y hacer las abluciones; era gente muy observante, muy segura en sus costumbres’. Sí, es verdad, pero eran apariencias. Eran fuertes, pero por fuera. Estaban escayolados. El corazón era muy débil, no sabían en qué creían. Y por eso, su vida era, la parte de fuera, toda regulada, pero el corazón iba de un sitio a otro: un corazón débil y una piel enyesada, fuerte, dura. Jesús, al contrario, nos enseña que el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón sólido, el corazón que crece sobre la roca, que es Cristo, y luego, a la hora de ir, ir con prudencia…

Tenebrosos de corazón. Es el drama de esa gente y Jesús denuncia la hipocresía y el oportunismo. También nuestra vida puede llegar a eso. Y algunas veces, os confieso una cosa, cuando he visto a un cristiano o una cristiana así, con el corazón débil, no firme, no fuerte sobre la roca —Jesús— y con tanta rigidez por fuera, he pedido al Señor: ‘Señor, échales una piel de plátano delante para que se den un buen resbalón, se avergüencen de ser pecadores y te encuentre a Ti, que eres el Salvador’…

Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da, y podamos ser amables, misericordiosos, comprensivos con los demás, de corazón generoso con la gente. Nunca condenar. Si tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás. Pidamos al Señor la gracia de que nos dé esa luz interior, que nos convenza que la roca es solo Él y no tantas historias que convertimos en cosas importantes; y que Él nos diga el camino, nos acompañe en el camino, nos agrande el corazón, para que puedan entrar los problemas de tanta gente y que Él nos dé una gracia que esa gente no tenía: la gracia de sentirnos pecadores”.

Feliz oración.

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