28 mayo 2021, viernes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

“No hay nada más provechoso que la meditación de la vida y de los hechos de la bienaventurada Virgen María”. S. Pedro Fabro, [M 110]

Pues, precisamente hoy, deseamos contemplar a la Madre; la más preciosa, cercana y comprensiva de todas ellas. Y lo haremos desde los ojos del Padre, los de Jesús, del Espíritu Santo, los de S. José y desde los propios nuestros.

¿Qué no vería el Padre para enamorarse de este corazón, y para elegirla entre todas, como la madre de su hijo querido? La blancura y delicadeza de su alma, su sencillez y su conciencia de esclava. Pero también la prudencia exquisita, (no desconfianza) unida a una valentía y templanza, a prueba de fracasos, para acometer grandes proyectos. Todo esto y más cautivaría al Padre, sin duda.

Pensamos, ¿Cómo vería el Espíritu Santo el corazón de esta joven? ¿Cómo eran sus diálogos en el alma de María? Sin duda que, su actitud de escucha y la docilidad a sus inspiraciones, le encantarían. ¡Cómo acudiría pronto a sus llamadas interiores cuando le consultaba! De esa amistad estrecha, brota de la Virgen la capacidad de saber, entender y aconsejar. Surge, además, la facilidad a inclinarse hacia las cosas de Dios y un amor respetuoso por todo lo suyo. De una manera extraordinaria, la vemos revestida de fortaleza y entrega inauditas en la Pasión de su Hijo.

Y, Jesús, ¿Cómo vería a su madre a los 5, 10, 18, 30 o 33 años? En cada etapa, impregnándose de su ser entero, podríamos decir que, madre e hijo, se confunden en su personalidad. Visto desde fuera, podemos resumir que fue para él; madre, confidente, faro y referencia durante la pasión y crucifixión, colaboradora necesaria al quedar la primera iglesia en desbandada, pero siendo alma y roca de una iglesia naciente.

Nos detenemos un momento en pensar cómo vería José a su mujer, María. ¡Qué misterio lleno de amor y respeto, asombro y agradecimiento debe llenarnos en este momento! Ciertamente era su esposa y también era madre. Ella, esposa y madre, él esposo y padre. Todo, virginalmente. José aprendería de ella un modelo de ser creyente, una excelente colaboradora en los planes del Señor y la esposa que su corazón siempre soñó.

Ahora te invito a mirar, con tus propios ojos, a la Virgen. Recuerda que “somos lo que contemplamos”. Si esto es cierto, quedaremos “aromatizados” de Ella. ¿Cómo te la imaginas?; su perfil humano, social (modo de relacionarse), sicológico-emocional (p.ej. la repercusión de los acontecimientos en su interior) y espiritual (en el Magníficat se nos revela en parte). Vive en constante, HÁGASE Y ESTAR; actitudes de apertura a las novedades de Dios y permanecer, cuando sólo él, doliente, nos queda. Dos actitudes de Ella, digo, que hemos elegido para sintetizar lo que queremos ser.

A punto estamos de iniciar la Campaña de la Visitación. Después de contemplarla, ¿Qué actitud eliges para intentar imitarla durante este período?

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