6 mayo 2021, jueves de la 5ª semana de Pascua. Puntos de oración

Nuestra oración se inicia en la presencia de Dios, tomando como intercesora a la Virgen para pedir la gracia de la alegría de la Pascua que Jesús quiere transmitirnos: “Os he hablado esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud”. Es la gracia de la consolación que tiene su fuente en el amor de Dios, en saberse y sentirse profundamente amados por el Padre. Esto es lo que Jesús nos dice hoy: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo”. Le pido a la Virgen saber guardar en el corazón, meditar y saborear esta Palabra de vida.

Sentir la alegría de que Dios quiere mostrarme su rostro, que conozca cuánto me quiere, con un amor que supera toda clase de amor: “Comunícase Dios al alma con tantas veras de amor que no hay afición de madre que con tanta ternura acaricie a su hijo, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le compare” (san Juan de la Cruz, Cántico espiritual).

Esta verdad es el más firme fundamento de mi vida, la certeza que no me ha de abandonar nunca, especialmente en la oscuridad y en la cruz; incluso cuando me siento triste por mis fallos: “Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado” (Francisco, Christus vivit). Sigue diciendo el Papa a los jóvenes palabras que no debemos olvidar nunca: “Dios se muestra como un enamorado que llega a tatuarse a la persona amada en la palma de su mano para poder tener su rostro siempre cerca: Míralo, te llevo tatuado en la palma de mis manos (Is 49,16) … nos lleva a descubrir que su amor no es triste, sino pura alegría que se renueva cuando nos dejamos amar por Él: Tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador. Él grita de alegría por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo (So 3,17)”.

Jesús nos pide que permanezcamos en su amor, unidos a Él como el sarmiento a la vid, porque sin Él no podemos hacer nada. Le ofrezco mi deseo de hacer todo en este día bajo su mirada: caminar en Él, trabajar en Él, entregarme a los demás, llevar mi cruz … en Él.

Además, el Señor me señala el modo de permanecer en Él: guardar sus mandamientos, pues “si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en su amor, lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Mi unión con Cristo no solo es de sentimiento, sino también de voluntad. Cumplir sus mandamientos es una cuestión de amor, pues mi respuesta de amor agradecido a tanto bien recibido es hacer su voluntad. Es imposible a mis fuerzas cumplir sus mandamientos sin su gracia, por eso he de permanecer unido a Él para que la savia de la vid sea la del sarmiento. Jesús me comunica el Espíritu Santo, la savia que une a la vid con los sarmientos, para poder cumplir sus palabras. Me gozo pensando que el Espíritu Santo habita en mí y me fortalece.

Puedo terminar mi oración pidiéndole la gracia de no ofenderle en este día con el pecado, ni siquiera venial, para permanecer en su amor: “Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en el pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén”. ¡Santa María de la Pascua: danos la alegría cumplida de Cristo resucitado!

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