7 mayo 2021, viernes de la 5ª semana de Pascua. Puntos de oración

Al comienzo de nuestro ratito de oración, reunidos en oración con María, con toda la Iglesia y en particular con las almas contemplativas, invoquemos la venida del Espíritu Santo. Recemos muy despacio: Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, recibir ese mismo Espíritu que es luz, fuerza y amor.

1º.- Para ser cristiano no es necesario cumplir las leyes de los judíos. La primera lectura nos recuerda el primer concilio de la Iglesia, que tuvo lugar en Jerusalén. Los Apóstoles y presbíteros reunidos en oración bajo la luz del Espíritu Santo discernieron la situación que se había creado tras la conversión al cristianismo de hombres y mujeres no provenientes del pueblo judío. ¿Qué normas deberían seguir? ¿Las tradiciones judías como los cristianos de Jerusalén? o ¿igualmente para todos bastará con vivir el Evangelio? ¡Qué momento más delicado! Estaba en juego el futuro de la Iglesia, y no era nada fácil tomar una decisión. Sin embargo, los responsables de la Iglesia, confiados en la acción del Espíritu Santo que actúa por medio de hombres, tomaron la decisión de no imponer a los nuevos cristianos las normas de la tradición judía. Para ser cristiano bastaría la fe en Jesús y con vivir el Evangelio que habían recibido. El momento sigue siendo actual, la Iglesia siempre está discerniendo los tiempos y tomando decisiones. Pero en eso no está sola, tiene la asistencia del Espíritu Santo. Ahora, al pasar por el corazón estos hechos en la oración, pidamos a la Virgen que nos conceda aquella misma alegría que sintieron los primeros cristianos de Antioquía al recibir esas decisiones. Y la capacidad de ser dóciles y fieles a las indicaciones de la Iglesia de hoy. Que comprendamos que salirse de la obediencia a la Iglesia es salirse del Evangelio.

2º El nuevo mandamiento de Jesús. En el Evangelio, Jn 15, 12-17, escuchamos a Jesús que nos dice: Este es mi mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. Hasta entonces el modelo de amar era el amor a uno mismo. La ley mandaba amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo. Para amar bastaba con no hacer daño a nadie pues nadie quiere hacerse daño o perjudicarse. Sin embargo, el mandamiento de Jesús va mucho más lejos. Se pone Él mismo como modelo: como yo os he amado. Es decir, hasta el extremo, hasta dar la vida por los amigos, e incluso por los enemigos. Jesús dio la vida por todos, por nuestros pecados y por los del mundo entero. Cuando amamos así, somos amigos de Dios y de todos los hombres. Es la fraternidad de la que nos está hablando el papa Francisco o la amistad social como también le gusta llamarla. Este amor brota de la oración, del conocimiento íntimo de Jesús, del trato personal con Él. Y en esto Jesús toma la iniciativa, Él nos ha elegido primero. Si somos amigos de Jesús, los demás lo notarán. Notarán que salimos de la oración, de estar a solas con Jesús. Y por medio nuestro descubrirán el amor que Dios les tiene. Pidamos esto en la oración, pidámoslo al Padre por medio de su Hijo y el Padre nos lo concederá para la salvación del mundo. También pidámoselo a la Virgen: permanecer en el amor a Jesús. Santa Teresita del Niño Jesús decía que “cuanto más unida estoy a Jesús, tanto más amo a mis hermanas”. Y Abelardo en sus notas espirituales de los Ejercicios de 1956 escribió: ¡Madre! Quiero enamorarme de Jesús. Seguirle a todas partes; que sea la vida de mi vida.

Feliz oración.

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